martes, 31 de julio de 2012

Cruz

Hijo, heme aquí: en el madero del dolor. Cuando ya agonizaba, tus sufrimientos y angustias estaban en lo más hondo de mi corazón. Doliente, crucificado, herido por la lanza de la injusticia, cargué con los dolores de muchos, con tus propios dolores y los hice míos, muy míos. Por todos ellos, sabiendo del Amor de quien me fiaba, pude decir: SI! porque sin cruz no hay domingo de resurrección, sin cruz no hay redención, sin cruz no hay caridad, sin cruz no puedes avanzar hacia el Reino de los Cielos. Hoy, yo puedo saber que tu dolor es lacerante e incomprensible, tú sabes que es así y no encontrarás respuesta ni explicación si continúas mirándolo solamente con ojos humanos. Aunque tus fuerzas ya no puedan tolerarlo más, aunque estés abatido porque la impotencia abre las grietas de tus sentimientos más profundos, y aunque la rabia, el fastidio, el "basta" se confiesen hoy tus amigos para olvidarme, ten siempre presente que nada de ello escapa a mi Misericordia. Ofrécemelos!!! Por más duros que sean, ofrécemelos y compartirás conmigo mi Pasión. Las enfermedades de tus seres más queridos, la soledad que invade tu existencia, el futuro sin horizonte, el trabajo que te falta, la incomprensión y el rechazo que padeces, tus sueños todavía irrealizables, tu desazón por la falta de sentido que día a día te acompaña, eso que te parece que no te puede suceder a tí, las separaciones, las pérdidas y tus frustaciones, la triste sensación de aquellos que te dicen: NO, todo, absolutamente todo lo que experimentes como dolor y sufrimiento, si lo pones de verdad y de corazón en Mí, alcanzará la corona de la redención y serás verdaderamente mi discípulo predilecto. Cada dolor que lanzas hacia las nubes en tu grito desesperante, no se perderá ni caerá en el vacío. Aunque tú no lo puedas entender, acepta con gozo el maravilloso misterio sobrenatural, y entonces... una flor se abrirá, un corazón seguirá latiendo, una reconciliación tendrá lugar en un lugar recóndito, no se podrá interrumpir la vida de un hermoso niño por llegar, un llanto se convertirá en alegría, y se abrirán corazones que despertarán la caridad y la esperanza. Y lo más importante: Yo estaré en medio de ello, y así cuando me llamen: Yo les responderé y cuando me pidan: recibirán y cuando golpeen: una puerta se abrirá. Hijo, no rechaces el sufrimiento. Hazlo carne y elévalo a los Cielos. Yo vendaré muchas heridas y sanaré al doliente!, déjalo en mis manos. Prepara el camino hacia la Eternidad, allí donde no habrá llanto, ni dolor ni crujir de dientes, allí donde me encontrarás cara a cara y donde tu gozo será completo y perenne. Mira las cosas con el ejemplo de la semilla que debe morir para que de fruto, entonces el dolor que puedas donar y ofrecer, arrancará un clavo de mi cruz y una espina de mi cabeza y este viernes santo que hoy te toca vivir, te lo prometo, será para siempre en tí domingo de resurrección. Vívelo, inténtalo y sé valiente! Confía en Mí, simplemente confía y espera. Vine para tí y te amo en plenitud! Todo lo tuyo lo hago mío y por tanto, te atenderé, pero pon de tu parte la oración. Reza, ora, y eleva plegarias sin cesar. Mi respuesta no se hará esperar.

Cómo me cuesta agradecer ! Entonces gracias Señor por la gracia que nos permite realizar en gozo lo que tenemos que hacer. Realmente ¿ si tu no estuvieras, que sería de nosotros ? Que podríamos hablar, decir, sentir sin Tí, sino estuviera la fuerza, la claridad, la coherencia de ese espíritu que todo lo hace bien. Señor, quiero manifestarte mi alegría porque estuviste y estás siempre que te necesito. Creo que el espíritu santo es tu mano derecha, es el soplo gratificante que da luz y verdad a nuestras palabras y hechos. Nada sin tí, Señor, nunca, absolutamente nada sin tí. No puedo expresar en palabras certeras lo que es la acción de tu espíritu en mí, cuando lo llamo y le pido con esfuerzo y a veces con perseverancia, su asistencia. El viene, él está, él hace acto de presencia, dulcifica la mirada, nos hace sentir canales e instrumentos y sentimos que solo fluyen palabras que no surgen de nosotros y ahí comprobamos la gracia. Pero Señor, soy desagradecido y lo sé y a veces no hago nada por superarlo y me quedo y exijo y espero y cuando él no llega para que aprenda la paciencia y la virtud, me pongo ansioso y parece que no tiene sentido mi vida y después me siento mal. Por favor, Señor, entiéndeme, ayúdame, dame fuerzas para creer y confiar y seguir a pesar de todos los obstáculos y situaciones que se me presenten. De mañana, parece que tengo que empezar a levantar una carga pesada y nunca lo hago con alegría por el solo hecho de ofrecértelo a Tí. Juego siempre a dos aguas, un paso aquí y otro que queda estancado y no desarrollo ese SI grandote que hace tiempo quisiera sentirlo en mi corazón. Estoy atado Señor, oprimido a veces, con esperas que se hacen interminables, esperas decisivas para cualquier persona y tu silencio me paraliza, me petrifica y me angustia. Guardo mucho como lo ves, sí, guardo egoístamente y siento que me es imposible cambiar en este sentido y a veces me aburro y quedo solo, esperando... Tengo momentos que no entiendo ni adonde estoy parado por más que sé con profundidad que Tu estás y me lo hacés ver continuamente, en el signo, en la palabra y en hecho más banal de la vida cotidiana. Pero lamentablemente no puedo expresar lo que realmente soy y siento y hacia donde voy, si es que voy a algún lugar porque no lo puedo avizorar en lo más mínimo. Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Cuál es tu voluntad en mí? Sabes que hace tiempo que no puedo más y todavía, tengo temor ante tí y me falta en verdad la confianza y la fe ciega que solo las puede dar el AMOR, el amor que no tengo y que es renunciar y y dejarme llevar y CONFIAR. Hoy más que nunca, ya que hace mucho tiempo que no escribo con ganas y con lágrimas, te pido con todo el deseo la delicadeza y la compañía del espíritu santo. Solo él me podrá acompañar y hacerme sentir que estoy vivo, ahí, donde se presente y me espere. Derrama un poco de tu misericordia y más que nada tu ternura, la estoy necesitando. Escúchame y ten presente mi súplica. Que tu luz me siga fortificando y acompañándome en la búsqueda y en el deseo de saber y poder cumplir tu Voluntad. Gracias. El Evangelio dice que esta simiente es más pequeña

Apotegmas

La literatura del desierto es accesible gracias a las Sentencias de los Padres del Desierto llamados Apophtegmas, de final del siglo III, ...