Mostrando entradas con la etiqueta "oraciones poderosas". Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta "oraciones poderosas". Mostrar todas las entradas

sábado, 30 de mayo de 2009

Oraciones poderosas al Espíritu Santo

Oración poderosa al Espíritu Santo
de confianza y socorro en momentos difíciles


Dios Padre Misericordioso, Dios Padre de Amor, Padre de los cielos y de la tierra, Dios del Universo que dominas todo y ves todo y alcanzas todo, te alabo, te doy gracias y clamo a Tí en este momento particular que me toca vivir.

Gracias por escucharme. Yo sé que tú permites ciertas cosas siempre por alguna razón, nada es casual para tí, pero soy débil y te elevo esta súplica a las entrañas de tu Misericordia. Sabes que esto es muy dificil para mí, pero he aprendido a lo largo de estos años que es tu manera de enseñarme y de acercarme a tí. Siente mi corazón que tu deseas que cada día rece más, especialmente el Rosario y que confíe en tí en toda circunstancia para saberme dependiente de tí en todo, porque tuyo es el poder y la fuerza, tuyas son todas las cosas, que dispones para el bien de los que tú amas.

Hoy, hoy Señor sabes lo que me está ocurriendo. Sé que tu mano está lista para la ayuda y el sostén y que tú sabes todo, absolutamente todo, pero soy frágil, temeroso y no termino de abandonarme a Vos, no puedo pasar esa prueba de dejar todo en tus manos para que tú dispongas lo mejor. Señor de los cielos, te alabo y te digo que creo en vos en todo momento; me hiciste ver que estás en todos los avatares de nuestra vida y que nada puede derrotarnos, porque lo que tú permites, es para que sepamos verdaderamente que la única arma que disponemos es la oración y la confianza.

Mi corazón siente la ternura de tus palabras: No temas, me dices, no mires con desconfianza, pon todo lo que te pasa en mí, porque te he escogido y aunque pases por oscuras quebradas no te alcanzará ningún mal. He leído muchos salmos y tú sabes que en casi todos está el clamor de los hombres en sus sufrimientos y penas, mirando hacia el cielo y diciéndote: Señor ¡protégenos! mira nuestras angustias, libéranos del mal que nos asecha por doquier y por todos lados, que venga tu misericordia y nos libere de todo mal y pesar. Es así Señor, porque eres el Dios de la bondad y de la compasión, eres el Dios amable, misericordioso, que no permites que nada suceda a tus hijos predilectos. Te digo desde el fondo de mi corazón: Señor creo en Tí, Señor confío en Tí, Señor te alabo con todas mis fuerzas, Señor tú eres el Santo, el Todopoderoso, el soberano Dios de los cielos y de la tierra, creo en Tí Señor, te digo: creo en tí hoy y siempre a pesar del dolor y de la prueba, que me persuaden en muchas ocasiones, a la duda, a la soledad y a apartarme del camino de la fe y de la esperanza.

Reconozco que en algunas ocasiones me siento vulnerable, quizás desesperanzado, especialmente por la desconfianza que me domina a veces, pero he visto que tu Amor es siempre fiel y nadie, absolutamente nadie, puede superar tu generosidad y tu respuesta en el tiempo difícil. Mi corazón se cautiva ante Tí y te expresa con ternura la palabra gratitud, porque en toda situación, sabes que te miro y que estás ahí, que estás permanentemente ahí, que todo es tuyo porque eres Dios, único Dios en la tierra y en el cielo y no hay nada que te sea oculto. Señor, nuevamente te digo: creo en tí, te amo con todas mis fuerzas porque a pesar de esta prueba, quiero sentir profundamente que nada me separará de tí, por mayor que sea el dolor que tenga que atravesar.

Deseo que esto sea una gracia, confiar en tí siempre, todo lo que me quede de vida, porque he comprobado que me amas, que me has mostrado tu rostro, que has sido complaciente conmigo y que me estás haciendo vivir la experiencia más maravillosa aún en medio de la sequedad, dolor, penas, sufrimiento, soledad y desesperanza: Tú estás conmigo y a mi alrededor. Creo en Tí, porque eres un Padre bueno: por favor, alivia mis angustias, protégeme y asísteme. Por favor Señor, dinos lo que tenemos que hacer, háblanos Señor, susúrranos el camino del consuelo, y que podamos saber cual es tu voluntad en este caso y como debemos pensar y actuar; necesito luz, mucha luz, la de tu Espíritu para sentirme guiado, consolado, protegido, amado y en paz.

Padre envía tu Espíritu, envía la luz poderosa del Espíritu que todo lo cura y lo renueva, porque el Espíritu eres Tú, en el soplo, en la brisa, y es entonces Señor, cuando sabemos que llegará el sosiego. Señor te doy gracias, te alabo profundamente, mi corazón te canta un agradecimiento, mi corazón te dice que cree en tí, que confía en tí, que te busca a tí, que pide tu auxilio, que pide tu espíritu, que pide tu paz. No permitas que nos gobierne la duda y el malestar. Gracias nuevamente, gracias Padre de misericordia, porque ya sabemos que quien clama en angustia tú lo sostienes y lo salvas, lo rescatas y lo liberas porque eres Amor.

Espíritu Santo ven, ven de los cuatro vientos, ven en nuestra defensa, en nuestro auxilio, en nuestra angustia. Ven con tu luz, con tu poderosa luz, con tu amor, con tu presencia que todo lo puede, porque eres Dios uno y trino en quien confiamos y esperamos. Espíritu Santo, eres Dios grande y temible en la brisa, en la sorpresa, en el momento justo, que das vida e iluminas todo. Confiamos en Tí, te procuramos, te deseamos, clamamos por tu presencia y por tu ayuda. Ven a nuestro hogar y despliega tus alas de fortísima luz y sabiduría, que todo lo aclara y lo ordena.

Hacemos esta oración porque nos ponemos en tus poderosas manos, nos ponemos en tu dirección, nos ponemos a tu disposición, nos ponemos confiados en el aleteo de tu brisa de amor y protección. Defiéndenos, ilumínanos, te llamamos con fuerza e insistencia. Danos coraje, fuerza, confianza, alegría para sobrellevar lo que nos toca vivir, pero también danos fe, credulidad, esperanza, confianza en Aquel quien te envía, seguridad y tranquilidad para no caer en el desasosiego ni en el vacío.

Sopla, sopla divino espíritu, sopla Espíritu Santo, sopla tu fuerza, tu luz, tu poder sobre todos nosotros, hoy más que nunca. Te invocamos, te llamamos para que se imponga tu verdad y tu poder. Espíritu Santo, creemos en Ti, en el Dios uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Confiamos en Tí, te alabamos y te damos gracias de todo corazón. Permanece con nosotros.

María, Madre de Dios, Madre poderosa y tierna a la vez, nos ponemos bajo tu manto y amparo. Danos María, las armas de luz y de fe para superar esta situación. Toma todas nuestras debilidades, todos nuestros miedos, toda nuestra extrañeza, toda nuestra flaqueza en estos precisos momentos difíciles de nuestra vida, para seguir adelante, para seguir creyendo, para fortalecer nuestra fe, para dar gracias porque sabemos que Dios está presente, y porque lo ha dispuesto para nuestro bien. Santísima Virgen te amamos, creemos en Tí como la Madre de Dios, Madre de la Iglesia y Madre nuestra. Eres Madre compasiva, tierna, que cuidas de nosotros, que nos acunas en tus maternales brazos y que nos brindas la dulzura de tu amado Hijo, que acude a tu más mínima llamada. María, desciende tu mirada sobre nosotros, permanece siempre en esta casa, da paz y calma a nuestro hogar, llama a los ángeles para que vengan en nuestro auxilio, danos sabiduría e inteligencia para saber lo que debemos aceptar y aprender en este camino de la fe.

Madre, por favor, cuida de nosotros, cuídanos!!!!!! guíanos, sánanos, actúa Madre, ampáranos en todo momento, ahora, hoy y aquí. Muéstranos tu mirada y déjanos que sintamos tu compañía. Te llamamos, clamamos a tí con mucha fuerza y necesidad. Madre creemos en Tí, te buscamos, te imploramos, te suplicamos, porque eres la Mediadora de todas las gracias. Ven, ven a nuestro lado, convive con nosotros y danos tu presencia maternal, tu cercanía, para sentirnos cobijados, amparados, en paz. Gracias María. Te amamos, te amamos de todo corazón, porque siempre estás velando por todos nosotros. María confiamos en Tí y nos ponemos en tus manos siempre y en todo lugar. Por favor, intercede por nosotros para permanecer contigo esperando la misteriosa respuesta del Señor. Amén.

rezarla diariamente al comenzar el día, junto al rezo del Santo Rosario.
El Señor y María se harán visibles con su segura ayuda.
--
Oración poderosa al Espíritu Santo en tiempo de apremio

Dios de los Cielos, Dios del pan y de la ternura, mira nuestra condición actual y ten piedad de nosotros.

Que tu semblante recaiga sobre nuestra profunda y dolorosa situación que estamos viviendo. Míranos con tu misericordia y tiéndenos tu mano, ahora, por favor Señor, que no tenemos consuelo. Bríndanos tu brillante luz para poder ver la realidad con tus ojos y tener la fuerza suficiente, venida de tus manos, para afrontar cada momento de tensión y desesperanza que abruma nuestro corazón.

Por favor Señor, tu conoces todo, tú sabes todo lo que nos rodea y ves que no podemos encontrar la solución clara y transparente para resolver esta cantidad innumerable de problemas y dificultades que nos aquejan.

¿Dónde encontraremos el camino más adecuado para resolver con éxito esto que nos parece imposible de resolver humanamente? ¿Dónde deberíamos transitar para que la sorpresa de tu voluntad nos haga ver el signo?

Señor, Dios de bondad y de benevolencia ten piedad de nosotros! Dios de paz y de esperanza, alcánzanos a través de tu espíritu tu mano diligente para guíar la nuestra hacia la mejor decisión! Señor del misterio, habita en la intimidad de nuestro corazón para que podamos escuchar tu melodiosa voz y mantenernos pacientes en la espera de lo que pedimos y necesitamos será infaliblemente cumplido.

Escucha nuestro ruego y nuestro clamor porque depositamos nuestra confianza en Tí, para quién todo es posible, pero aumenta nuestra fe para que la ansiedad que nos domina desaparezca, así como también la incertidumbre que nos viene de nuestra incredulidad. Señor, conoce nuestro afán y nuestro trabajo, mira la necesidad que atraviesa la preocupación de cada día y escucha nuestra encendida y humilde plegaria. Te invocamos y te glorificamos y pedimos tu poderoso auxilio.

Señor, ven, quédate cerca de nosotros, haznos sentir tu presencia y guíanos hacia un horizonte más luminoso. Danos fuerza, valentía y paz, la paz que sólo tú puedes darnos en estos momentos. Abre las compuertas de nuestra interioridad para que la plegaria se eleve hacia las nubes como el incienso y vuelva la respuesta como la lluvia en tiempo de sequía. Danos tu palabra Señor para encontrar verdad y sabiduría. Vuelve Señor tu mirada hacia quien te eleva este sufrimiento en la convicción de que eres el alivio de todas nuestra penas. Recibe nuestra gratitud porque sabemos que tu amor será derramado. Gracias por escucharnos!!!


Rezarla a diario con mucha fe. El Señor responde.
--
Oración poderosa y súplica de los dones al Espíritu Santo

Dios Padre bondadoso de los cielos y de la tierra, mira con bondad y benevolencia las súplicas de tus hijos. Nos postramos delante de ti, te adoramos y te damos gracias por tu Misericordia y por tu gran Amor para con nosotros.

Nos sabemos débiles y frágiles Señor, por ello clamamos a Ti, Dios de ternura y de paz para que escuches nuestra encendida plegaria. Tú sabes todo lo que nos angustia y atribula, tú sabes todo lo que nos sucede. Mira con piedad y derrama sobre nosotros la sabiduría de tu Espíritu para que nos guíe en cada momento y en cada situación que nos toca vivir.

Sé nuestra roca y nuestra fortaleza para refugiarnos sólo en Ti, cuando aventen los vientos del dolor y de la desesperanza. Sé nuestra estrella cuando nos gobierne la confusión y la inquietud.

Sé nuestro sostén cuando el camino se vuelva dificil y pedregoso. Sé nuestro apoyo cuando nuestro corazón desfallezca y se sienta cansado de seguir albergando las penas, pesares y sufrimientos. Sé nuestro protector para que nos defiendas de aquello que diariamente nos incita a la incredulidad y a apartarnos de ti. Señor Todopoderoso, tú eres fiel a tus promesas y a tu alianza con tus creaturas, envíanos desde tu santa morada la fuerza y la luz de tu Espíritu.

Danos sabiduría Señor, para comprender y aceptar con resignación tus secretos designios. Que venga tu Espíritu Señor.
Danos entendimiento Señor, para descubrir la obra de tu amor que tejes momento a momento en todas las circunstancias que nos rodean. Que venga tu Espíritu Señor.
Danos guía y consejo Señor, para resolver con tino y certeza todas las decisiones que nos impliquen a nosotros mismos y a los seres a quienes amamos. Sopla tu Espíritu Señor.
Danos fortaleza celestial Señor, para continuar diciendo sí y afrontar con seguridad todos los aconteceres que nos abruman y nos preocupan. Manda tu Espíritu Señor.
Danos ciencia espiritual para conocerte cada día más y para entender con claridad los caminos de tu Voluntad. Envíanos tu Espíritu Señor.
Danos piedad Señor, para vivir en estado de oración permanente, de súplica ferviente y de confianza absoluta en el maravilloso misterio de tu siempre cercana presencia junto a nosotros. Mantiénenos en tu Espíritu Señor.
Danos temor de Ti Señor, para dejarnos impregnar de humildad y generosidad y reconocer que eres un Padre lleno de mansedumbre atento a la más mínima de nuestras necesidades. Que venga tu Espíritu Señor.

Señor, hoy venimos a Ti y te pedimos nos permitas entrar en la profundidad de tu dulce corazón. Recíbenos Señor ya que hoy, en este preciso momento nos abandonamos plenamente en el cobijo de tus brazos enternecedores. Recíbenos con todo lo que te traemos a tu presencia, para que tu dispongas de ello y nos brindes la respuesta que nos dará calma y sosiego.

Danos tu Espíritu Señor, danos el rocío luminoso que allane la senda que debemos caminar para que el horizonte no aparezca tan lejano.
Danos tu Espíritu Señor, danos la fuerza necesaria para creer hoy y siempre que toda esperanza es posible, porque sabemos que en ti no hay imposibles.
Danos tu Espíritu Señor. Cuídanos, acógenos, sostiénenos. Queremos estar a tu lado porque sólo Tú eres fuente de vida y manantial de paz y de consuelo.
Escúchanos! Necesitamos de Ti. Ven Señor. Quédate a nuestro alrededor y cuida amorosamente a cada una de las personas que amamos y queremos.
Te damos gracias porque tu amor es infinito, te damos gratitud porque ya estamos escuchando tu susurro... Gracias Señor.

--

Rezarla a diario. El Señor escucha.
Señor, tú eres luz, la Luz que brilla en las tinieblas; brilla hoy en mi corazón que está cargado de sombras y pesares. Señor, tú eres Espíritu, la fuerza invisible de tu Amor que todo lo dirige, que todo lo puede, que todo lo gobierna, que todo lo realiza.

Yo me postro hoy en tu Presencia, silencioso y expectante para elevarte esta plegaria que nace de las entrañas de mi corazón.

Me siento aturdido, ansioso, apesadumbrado. No logro Señor, sostenerme en la roca de tu Palabra ni en la perseverancia de la oración cotidiana. Los problemas, que tú los conoces muy bien, han hecho habitación de mis pensamientos y sentimientos y me han paralizado. La incredulidad se acercó a la duda y las dos creo, me están alejando de Tí y me siento sólo, desesperanzado y muy atribulado.

El gris se ha adueñado de mi mirada y entonces el horizonte se me ha vuelto borroso y extremadamente lejano y distante. A veces camino sin rumbo y las cosas que me rodean van perdiendo su significado. Ya no me hacen falta las personas en quienes encontraba alegría, sostén y esperanza. Me he encerrado en mí mismo y he puesto un fuerte candado a la cadena invisible que me impide avanzar.

Señor, la sombra del dolor está por cubrir esa zona pequeñita de sol que todavía existe y que aún puedo verla. Padre de la Misericordia, hoy te llamo desde la simpleza de esta humilde súplica y te pido que tu divino Espíritu me llene de su luz. Padre, hoy te necesito más que nunca y deseo fervientemente que te hagas Presencia para que sienta tu compañía y tu seguridad.

Rocíame con tu Espíritu. Lava lo que está manchado. Saca esta sombra que me enceguece y apacigua y tierniza el dolor que se ha apoderado de mí. Envíame tu Espíritu, por favor, Señor, para que la fe en Tí vuelva a renacer y me aferre nuevamente al sentido de la vida, ya que muchas personas que me quieren, realmente me necesitan y yo siento que debo responderles con toda la fuerza, fortaleza y capacidad que Tú me has dado. Padre, en Tí me abandono y dejo todo en tus manos. Espero confiado y vigilante, porque Tú nos has prometido que estarías con nosotros hasta el final de los tiempos. Sopla tu Espíritu para que tu brisa me invada de paz, de gozo y de alegría.

--
En momentos difíciles,
reza esta oración diariamente
y el Señor estará contigo:


O Dios, libéranos por tu propio honor y concédenos este favor. Señor, míranos desde tu morada santa y piensa en nosotros. Inclina tu oído y escucha, abre tus ojos y considéranos.

Señor Todopoderoso, un alma en angustia y en espíritu desalentado alza la voz hacia Ti. Escucha Señor y ten piedad! Tú eres nuestro Padre. Nosotros somos la arcilla y Tú eres el Alfarero. Somos la obra de tus manos. Yo no tengo a nadie excepto a Ti y en la tierra no deseo nada excepto a Ti. O Dios, mi roca, responde cuando llamo. Ten compasión de mí y escucha mi plegaria, la cual te dirijo este día.

Escucha pues la oración y la súplica de tu siervo y por tu propio bien haz brillar tu rostro sobre nosotros. No confiamos en nuestras buenas obras, pero derramamos nuestras necesidades delante de Ti, confiando sí, en tu gran misericordia. Señor escucha, Señor perdona, Señor atiende. Obra, Dios mío, no tardes por amor de ti mismo ya que invocamos tu Nombre.

Enséñame tus caminos y haz que conozca tus sendas. Hazme sentir tu Misericordia y permite que tu Amor y fidelidad me preserven constantemente. Por favor, concédeme lo que necesito, pero que se cumpla siempre y por entero tu Voluntad. Recuérdanos Señor, revélanos tu rostro y danos fe, paciencia, coraje y esperanza. Sálvame por tu bondadosa mano. Ayúdame porque estoy sólo y no tengo a nadie excepto a Ti, Señor.

¿A dónde podré ir lejos de tu espíritu? ¿a dónde podré escapar lejos de tu presencia? Tú conoces todo. Yo estoy aquí, implorándote. Escucha mi voz y libérame de este temor. Conoce mi corazón Señor, pruébame y sabrás lo que siento, lo que pienso y lo que espero.

Permanece conmigo. Explícame todas tus ordenanzas y yo meditaré en tus maravillosas acciones. Pueda mi oración venir delante de Ti y que tu mano esté lista para ayudarme, porque yo he escogido tus preceptos y toda mi esperanza está en tu Palabra.

Envíame el poder del Espíritu Santo. Envíame tu Luz y tu Verdad; que ellas sean mi guía. Contigo está la Sabiduría, envíala desde los santos cielos, mándala desde tu trono de gloria para que trabaje conmigo y yo sepa lo que te agrada. Ella me guiará prudentemente en mis acciones y me protegerá con su poder. Tú sabes que he guardado tu Palabra y seguido tus mandamientos, pero sujeta igualmente firme mis pasos para que mis pies no tropiecen, ni vacilen. Crea en mí un corazón puro y dame un espíritu nuevo y alegre.

Yo te llamo Señor porque pongo absolutamente mi confianza en Ti. Tú eres mi refugio, mi fuerza y mi escudo. Mis días están en tus manos. Ven rápido y ayúdame, mi Dios, mi Salvador. Haz conmigo como tu quieras. Recuérdame tu Palabra que ha sido la fuente de mi esperanza. Libera mi corazón de esta amargura y alíviame de esta aflicción. Pueda tu poderosa luz brillar sobre mí.

Escúchame Señor, toma cuidado de mi súplica. Voy a presentarte una interrogante. Por favor, no me ocultes nada de lo que te voy a preguntar. Confío en Ti porque Tú eres fiel a tus promesas. Dios Padre Todopoderoso, respóndeme con tu infalible auxilio. En tu misericordia, Señor, bríndame una buena respuesta y en tu gran compasión, vuélvete hacia mí.

Atiende Señor mi oración. Permíteme escuchar tu dulce voz para que la paz permanezca en mí y a mi alrededor. Te quiero dar infinitas gracias y deseo proclamar tus maravillas para regocijarme sólo en Ti y cantar alabanzas a tu Nombre, Tú que eres El Altísimo. Gracias Señor, glorificaré tu Nombre eternamente.

--
Hoy Señor, en la soledad de mi dolor, brota de lo más profundo de mi corazón, un grito de súplica hacia Tí.

Tú sabes todo Señor, tú conoces el antes, el durante y el después. Conoces las circunstancias tan especiales que me afligen, el miedo, el temor, la incertidumbre, la desesperanza, todo eso que Tú bien sabes que está embargando mucho mi corazón.

Hoy Señor, miro a los cielos en busca de tu tierna mirada para que me ayudes, porque creo y siento que tu Misericordia es grande, muy grande.

Sabes que me pregunto con insistencia: ¿qué debo hacer? ¿qué decisión debo tomar? ¿habrá solución? ¿se producirá un milagro?... Son muchas las preguntas pero no puedo percibir con claridad la respuesta que tanto ansío y espero.

Señor, en tu infinito Amor, envíame el poder y la luz de tu Espíritu.

Te ofrezco el silencio de mis ruidos internos, mi ansiedad, mi desasosiego y en profunda calma me abandono en tus manos. Te pido la gracia de estar receptivo a los signos del Espíritu, para que así pueda comprender y aceptar tu Voluntad, que allane y limpie el camino de los obstáculos que en este tiempo se me presentan de manera tan particular.

Que El me guíe, me ilumine y me llene de su paz.

Que me proteja, me sostenga y que no permita que mi mente y mi corazón, vacilen.

Ahora Señor, que estoy hablando contigo, ¡siento que tu Luz vendrá!

Padre, envíame y rocíame con el Amor de tu Espíritu.

Recibe mi sincera gratitud.

--
Acto de Ofrenda el Espíritu Santo

Trinidad Santa, confesamos el poder de Dios, que ha resucitado a Jesús de entre los muertos y creemos que el Espíritu fue derramado en abundancia sobre María y los Apóstoles reunidos en oración en el cenáculo. Te alabamos por la fuerza de lo alto, que revistió a los discípulos haciendo de ellos testigos de Cristo resucitado; por los dones y carismas dados a la Iglesia.

Confesamos también que en el bautismo hemos sido poseídos por el poder de ese mismo Espíritu, que ha hecho su morada en nosotros y nos ha identificado con Cristo vivo, convirtiéndonos en hijos adoptivos del Padre y en templos de la Trinidad Santa.

Confesamos también que este Espíritu está encarcelado en nuestros corazones de piedra y que no puede desplegar en nuestra vida y en la Iglesia el poder del nombre de Jesús resucitado mediante signos manifiestos.

Por ello suplicamos a Jesús, sentado a la derecha del Padre, que acepte rogarle en su nombre, a fin de que nos envíe al Espíritu Santo. Que ilumine nuestra inteligencia para que descubramos la voluntad del Padre, que nos dé su fuerza para cumplirla y que encienda en nuestro corazón el fuego de su amor.

Como el Espíritu nos consagra en la verdad y la santidad, queremos ofrecerle todo nuestro ser y entregarnos a su acción creadora y santificadora. Confiamos esta ofrenda a la Virgen toda pura y toda santa, a fin de que nos obtenga la gracia de obedecer a todas sus inspiraciones.

Puesto que no sabemos orar como conviene y Jesús nos pide que oremos sin cesar, suplicamos al Espíritu Santo que venga a orar en nosotros con gemidos inenarrables. Que haga brotar la oración de lo profundo de nuestro corazón, le cure de todas sus heridas y nos introduzca en los abismos del amor trinitario.

Finalmente, rogamos al Espíritu que despliegue en nosotros el poder del Resucitado, a fin de que se produzcan curaciones, signos y prodigios en el nombre de Jesús y de que podamos anunciar con seguridad la palabra de Dios. Amén

--
¡Señor, gracias por tu Misericordia!

A muchos santos les preguntaron en vida, cual era para ellos el aspecto más saliente de tí, Señor, por el cual se enamoraron. Es decir, con que gracia los heriste de Amor para así poder gritar: El Señor es...la hermana pobreza y el amor no es amado según Francisco de Asís o la Eucaristía, Confesión y la devoción ferviente a la Virgen, pilares de San Juan Bosco.

En estos días, Señor me he preguntado: ¿y que has sido tú para mí?

Yo respondería: MISERICORDIA. Porque cuando estuve caído por el pecado, me levantaste, porque cuando lejos y distante de tus caminos, me volviste a guiar, sin hacer preguntas, porque cuando enfermo, tu bondadosa mano me sanó...y cuántas y cuántas cosas, Señor. Aún yo no sabía que me estabas amando desde el vientre materno. Me perdonaste, recibí gozoso tu dulce amparo y empezaste a dar luz a mis sendas.

Me hablaste al oído y al corazón suavemente y nunca te detuviste. Me tomaste como a tu hijo amado y me abriste los ojos para que despertara. Y cuando creí que te habías ido, merodeabas mi puerta y tú cristalina mirada imponía palabras: ¡Aquí estoy!

Siento así tu Misericordia Señor, recibe entonces mi gratitud, porque todo es gracia, todo es don, todo es gratuidad, todo se recibe y no hay palabra que abarque la dimensión infinita de tu presencia indescriptible.

Pero estas cosas maravillosas, no fueron las que realmente me cautivaron, porque falta una pequeña palabra, que ella sí, por sí misma termina por materializar la profundidad de tu amor misericordioso: "perdón". Cuando el pecado pudo instalarse y no era capaz de levantar los ojos, justo ahí en ese instante, inexplicable e inesperadamente, tú apareciste en un signo, en una caricia de amor y de ternura y me susurraste: ¿donde tu falta? ¿donde tu falta? No la recuerdo!

Sabes Señor, que rompía en sollozos y una alegría inmensa inundaba mi corazón. Sentí ahí la grandiosidad de tu misericordia: amar a pesar de... amar por encima de todo...amar olvidando y perdonando, soportando todo, amar cuando es la única oportunidad donde el amor tiene lugar, para que sea verdadero AMOR cristiano.

Tu Misericordia me cautivó, Señor y me instruyó.

Sea entonces mi gratitud y mi alabanza, por tu don, por tu gracia y por tu ESPIRITU.

--
Oh Señor, por favor, responde cuando llamo. Cuando estuve en tribulación y desamparo, tú me diste paz y consuelo. Ten compasión de mí y escucha mi súplica; no estés lejano de mí, ven rápido en mi ayuda.

Escucha mis palabras y oye mi dolencia. Ten misericordia de mí Señor y vuélvete hacia mí. Salva mi vida y rescátame por el bien de tu Amor.

Mi Dios, en Ti yo busco refugio, mírame y respóndeme. Da luz a mis ojos.

Si tú me miras aunque sea por un instante, de inmediato me hago fuerte y quedo lleno de alegría y regocijo. Gran maravilla es, que hundido a veces en las profundidades, repentinamente soy levantado y graciosamente abrazado por ti.

Es tu Amor que hace esto, lo sé... manteniéndome, sosteniéndome así en muchas necesidades y guardándome de graves peligros, porque Tú oh dulcísimo Señor, te ocupas de mí por encima de todos mis méritos y por encima de todo lo que me atrevo a esperar o pedir. En tus manos yo encomiendo mi espíritu, tú me proteges de la aflicción y me rodeas con cantos de liberación.

Guárdame y bajo la sombra de tus alas, escóndeme. Señor, roca y fortaleza de mi vida, ven rápido en mi ayuda. Escucha mi voz; mi alma en la noche de Tí está sedienta y por Ti se mantiene fervorosamente vigilante. Permite que el rocío de tu Espíritu descienda sobre mí Señor, como un rocío de poderosa y brillante luz. Ven Señor. Escucha pues mi oración, no desatiendas mi súplica, cuídame y respóndeme.

Enséñame Señor a caminar en tu verdad, para que mi corazón tema tu Nombre. Hazme conocer la pequeñez de nuestra vida para que reciba de Ti la sabiduría del corazón y lléname desde el amanecer con tu bondad y benevolencia para que pueda estar alborozado a lo largo de cada día.

Concédeme tu Gracia, Dios de la Misericordia, para que esté conmigo, trabaje conmigo y permanezca conmigo hasta el final. Concédeme que siempre pueda desear y cumplir lo que sea más aceptable y agradable a Ti. Permite que tu voluntad también sea la mía y que todas mis acciones estén en concordancia con ella. Señor, que pueda descansar en Ti y que mi corazón tenga paz. Tú eres la verdadera paz del corazón, ya que sin Ti todas las cosas son muy dificiles y extremadamente apenadas.

Señor, tú me conoces, tú sabes cuando me siento y cuando me levanto: de antemano tú disciernes mis pensamientos, observas mis actividades y mis tiempos de descanso. No apartes tu rostro de mí, no tardes en visitarme y no retires de mí tu consolación. Enséñame Señor a hacer tu voluntad, enséñame a vivir digna y humildemente ante tu mirada, porque Tú eres mi sosiego y la fuente perenne de la Sabiduría, que me conoces verdaderamente y me conocías aún antes de que el mundo estuviera hecho.

Antes que una palabra esté formada en mi boca, tú ya la sabes y si le pido alas a la aurora para irme a la otra orilla de los mares, también allá tu mano me conduce y me tiene tomado tu derecha. Y si dijese entonces: ¡qué me oculten al menos las tinieblas y la luz se haga noche en torno mío! pero aún las tinieblas nada tienen de oscuro para ti y la noche ilumina como el día. Te agradezco por estas maravillas que tú has hecho y mi corazón se exhulta y te alaba por los prodigios que has puesto delante de mis ojos. Yo te bendigo Padre del cielo, Padre de mi Señor Jesucristo. Gracias, Señor de las misericordias, Dios de toda consolación, que me refrescas con tu divina gracia y das alivio a mis pesares y congojas.

Por favor, déjame ver tu faz, déjame escuchar tu voz. Tú sabes que puedo sufrir muy poco y que me desaliento rápidamente cuando alguna pequeña adversidad asoma. Señor, en muchas ocasiones me atrevo a pensar: ¿por qué no hay final a mi quebranto o curación para mi herida? ¿por qué mi manantial se reseca y se vuelve árido? Cuídame entonces Señor! Haz que lo que me parece naturalmente imposible, se vuelva posible a través de tu gracia. Dame fuerzas en este preciso momento. Te necesito verdaderamente.. Dame coraje para resistir, paciencia para soportar y constancia para perseverar. Escucha Señor mi plegaria, torna mi pena en gozo para que pueda orar con fervor entonando alabanzas a tu Nombre. Concédeme ayuda en todas mis necesidades. Ayúdame y respóndeme Señor en lo que hoy, precisamente hoy, te pido.

Tú bien sabes todo. En Ti confío y en respetuoso silencio aguardaré con esperanza. Oh Dios, mi adorado Señor, cuando tú vienes a mi corazón todo se convierte en dicha y alegría; pero como mi amor es todavía débil y mi virtud imperfecta, debo ser fortalecido y confortado por el Santo Espíritu. Visítame a menudo para que viva en el temor de tu Nombre y en tu santa disciplina. Señor Todopoderoso: ¿puedes ayudarme? ¿puedes asistirme a encontrar una solución? Si realmente me miras bondadosamente, ven! Quédate aquí conmigo. Me gustaría conocer tu respuesta pronto y por ello dígnate enviarme los signos y señales para que pueda ver, comprender y aceptar que todo lo tuyo es lo justo, lo conveniente, lo saludable y lo verdadero en esta particular circunstancia. Dios de los cielos, envía tu buen angel a mi cercanía, para que mi oración llegue rápidamente delante de ti.

Gracias Señor! Te alabaré y te glorificaré por siempre. Esta es mi petición y súplica por mi persona, por mi familia, por mis amistades y por todos mis hermanos...

"Aquí estoy, a tí he venido, pues me llamaste. Tus lágrimas y el deseo de tu alma, y tu humildad y la contrición de tu corazón, me han inclinado y traído a tí. Habla pues!"

--
Pueda el Señor escuchar tu clamor.

Pueda el Señor acunarte tiernamente entre sus brazos.

Pueda el Señor fortalecer tu corazón.

Pueda el Señor mantenerte en firme esperanza.

Pueda el Señor realizar tu anhelo más íntimo.

Pueda el Señor iluminar tu horizonte.

Pueda el Señor derramar sobre tí el rocío de su Espíritu.

Pueda el Señor mostrarte su rostro.

Pueda el Señor brindarte su Palabra.

Pueda el Señor compartir contigo alegría y serenidad.

Pueda el Señor enviarte su Angel.

Pueda el Señor colmarte de paz y misericordia.

Pueda el Señor bendecirte y calmar tu inquietud.

Pueda el Señor darte salud y sanación.

Pueda el Señor estar a tu lado hoy y siempre.

Apotegmas

La literatura del desierto es accesible gracias a las Sentencias de los Padres del Desierto llamados Apophtegmas, de final del siglo III, ...