martes, 31 de julio de 2012

Remembranza

Te acuerdas Señor, de aquel momento sublime cuando decidí decirte: SI. Vivía enamorado de Ti, rezaba diariamente, oraba sin cesar, estaba continuamente en diálogo contigo y vivía contento y muy feliz. Atendía a todos los que me requerían, siempre tenía una palabra de aliento y esperanza para los pobres de espíritu, hacía tal novena, ofrecía muchos Rosarios a la Virgen, miraba permanentemente hacia el cielo para trabajar bien en la tierra. Que momentos ... Durante algunas semanas misionaba en aquel pueblo, volvía y preparaba la Fiesta de Nuestra Señora, la Iglesia estaba adornada de multicolores flores y el cansancio no se hacía ver. Confesaba con gusto y me preparaba varias horas para que la Misa fuera el momento más sublime de encuentro con tu santísimo cuerpo y tu santísima sangre. Pero, el tiempo ha pasado. Hoy, ya no es así. No está aquella chispa que inundaba mi vida y me estimulaba con audacia a buscarte. No tengo el espíritu de oración profunda que bendecía y gobernaba mis comportamientos y proyectos. Hoy casi no tengo tiempo. Estoy sumido en un mar de actividades, ando de aquí para allá y a veces ni me acuerdo de Ti. La rutina se ha instalado en mí y me siento desmotivado. Me vienen a la cabeza dudas, cosas que no hice y me pregunto porqué no las hice y la carne se ha despertado y afila punzante cuando estoy desprevenido. Hoy estoy solo, sentado a la sombra de una tenue luz. Me siento cansado, desvitalizado, sin ideas y hasta preguntándome: ¿para qué? ¿qué me ha pasado Señor? No temas!!! Te entiendo y te comprendo. No dejé de estar un segundo a tu lado. Es más, dejé pasar esos momentos y no intervine, para que hoy, me contaras tu preocupación y volvieras a desearme con más intensidad. Estoy aquí, sentado contigo en la otra silla, escuhándote y amándote. Pregúntame!!! Si no hay palabras recogeré con ternura tus lágrimas. Ya me dicen mucho. No estás viejo, ni cansado, simplemente estás dormido, pero la semillita, aquella que te regalé, en -tu gran día- está en lo más íntimo de tu corazón, prendida y fulgurante. Siempre hay tiempo para volver a comenzar, siempre hay un momento especial para recobrar la gracia perdida, siempre habrá necesidades y almas sedientas de mi AMOR. Todavía te queda mucho por delante. Dime: ¿qué quieres que haga por tí? En un día puedes hacer todavía mucho más de lo que no hiciste en años. ¿quieres volver a empezar? Ora, ora y ora. Estoy en tí. Déjame tomar tu mano y elevemos juntos lo que el Padre está esperando: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas así como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal, amén. ¿cuento contigo?

Presencia

Señor, envía tu Espíritu: que nos santifique y haga de nosotros instrumentos dóciles al servicio de los demás. Cuando venga la duda y nos preguntemos ¿que es esto? sopla tu espirítu. Cuando estemos solos y nos falte la motivación suficiente para seguir perseverando, envía con fuerza tu espíritu. Cuando no tengamos voluntad de orar y el esfuerzo decaiga, sopla tu espíritu. En los días que no podemos estar contigo y el tiempo pasa sin que Tu pases por nosotros, abre la puerta y envía de la Sombra la dulce claridad y compañía de Aquel que realmente es espíritu y verdad. En los días que más quiero tu luz y no aparece la presencia de tu Amor, levántanos la mirada para esperar y gritar: ven espíritu santo, ven, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. En los momentos que me detenga y desatienda las llamadas de los demás, te pido Señor, que la luz y el susurro de tu Espíritu me despierten; concédeme pues, el hablar para que las emociones salgan puras y transparentes, y un mirar que haga visible la dulzura de tu Misericordia, de manera que pueda brindar un servicio cálido y desinteresado a quien lo necesite. Gracias por la estrella que está debajo de nuestro corazón, siempre a la sombra y llenando un espacio vital. Gracias por esa mujer de fuego que enciende la leña al soplo del que no tiene momento de llegada. Gracias por la Virgen, Señor, porque nos hace estremecer, orando en el Espíritu con su único deseo de que Tú y yo nos encontremos.

Indiferencia

Señor, me he vuelto indiferente. Te lo quiero confesar. Hoy, el recuerdo de tu Palabra me ha hecho meditar y he quedado muy apesadumbrado por la esterilidad de mi respuesta cotidiana. Estoy muy ocupado en actividades exclusivamente humanas y la ambición de poder y prestigio me han hecho prisionero de mí mismo. Que lejos estoy de dejarme impregnar e invadir por la gracia sobrenatural que haga que mi ser y mis conductas, signifiquen para los demás un reflejo de tu rostro. ¡Me he instalado en la indiferencia! Señor, deseo recordar tus palabras en la íntimidad de una plegaria, para que el Espíritu Santo me despierte y transforme mi pétreo corazón. No quiero perderme en las palabras y en las intenciones, sino que tu Palabra de verdad comience a limpiar las resistencias que me impiden recibirla y vivirla. Espíritu Santo: sopla tu DON, despiértanos: "Vine a llamar a los pecadores para confundir a los sabios. Amame por encima de todas las cosas. Soy tu maestro, tu estrella, tu ejemplo y tu confidente. Estoy en tu corazón. Ama al prójimo como a ti mismo, socórrelo, aýudalo siempre. Parte tu pan con el hambriento y viste a los desnudos. Práctica la limosna, escucha a los atribulados, a los pobres, a los solitarios... entonces amanecerá en ti una luz como la aurora y serás una antorcha dificil de apagar. Haz el bien siempre sin mirar a quien. Persevera en el bien y tendrás tu recompensa. No des lugar al mal, porque los espíritus malignos siemprer están al acecho. Combátelos con la armadura de la fe. No dejes guiarte por la carne y sus concupiscencias, sus pasiones desordenadas, porque sus consecuencias son: lujurias, riñas, disputas, envidias, separaciones y rencores. Sigue al espíritu y encontraréis paz, paciencia, caridad, misericordia, mansedumbre y amor. Velad y orad con persistencia, porque mucho puede la oración asidua del justo. Ten mucha confianza en Mí y confianza en conseguir todo lo que pidieres con fe, en la oración. Si pecas, arrepiéntete con todo tu corazón, pídeme perdón, busca la penitencia y mi paz estará contigo. Por nada os desmayéis, la tribulación edifica, ejercita la paciencia, ésta prueba nuestra fe y la prueba engendra la esperanza que no quedará burlada, porque mi caridad ha sido derramada en tu corazón por el espíritu santo que te he dado. Si estáis tristes, orad y si estáis alegres, cantad salmos de alabanza porque yo me regocijo. Para mí nada es imposible, todo el que crea no será confundido. Acuérdate: El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que si lo halla un hombre, lo encubre de nuevo y gozoso del hallazgo, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo. Sin mí nada podéis hacer. No me puedes engañar. Lo que el hombre sembrare, eso recogerá. Sed un verdadero templo de oración y te darás cuenta que soy la verdadera puerta. Alábame. Humíllate y serás ensalzado. Mantiene la caridad la cual es atadura de perfección y todo cuanto hagáis hacedlo en mi Nombre. No quiero holocaustos ni sacrificios, cumple la voluntad de mi Padre. Dad siempre gracias por todo lo que recibes. Agrada al Padre haciendo el bien. Usa de la misericordia, de la humildad y del perdón. Calla a tiempo y tened prudencia, así serás honrado por todos. No digan mentiras tus labios, no maldigas, no condenéis. Ama a tu enemigo y házle el bien. Vive en continua actitud de conversión para que me testimonies como el Resucitado. Siempre y en todo momento, estoy contigo. Necesito tu oración." --

Apotegmas

La literatura del desierto es accesible gracias a las Sentencias de los Padres del Desierto llamados Apophtegmas, de final del siglo III, ...