viernes, 1 de julio de 2011

Sentido de la vida

Señor, he venido al lugar de tu habitación, al Santísimo Sacramento, a buscar un momento de paz y sosiego para llenarme de tu gracia y tu sabiduría. He venido un poco atribulado, preocupado y deseo me concedas la gracia en este preciso momento, de que pueda abrir mi corazón y contarte lo que me está pasando. Quiero ser sincero contigo y manifestarte que hace mucho tiempo que ansiaba este momento, pero de alguna manera lo rehuía, lo evitaba, porque sé que al hablar contigo hallaría una respuesta y después no tendría la posibilidad de volver atrás. Eres muy misericordioso y comprensivo, pero contigo no hay doblez, porque tu propuesta es exigente y determinante. Lo sé.

Tengo temor de dar un paso adelante que me comprometa, que me haga ver que debo cambiar, pero ya de estar aquí contigo, a tu lado, siento que no existe otro camino que me libere de mis temores y miedos, para que, después de este diálogo, comience a ver con otra luz, tanto a mi mismo como al ambiente que me rodea.

Sabes que tengo una vida desahogada, que no tengo problemas económicos, que puedo darme los gustos que quiero, que he sabido contruir una posición relevante en la sociedad y lograr en varias áreas el reconocimiento de los demás. A los ojos de muchas personas, soy exitoso y triunfante.

No me quejo de lo que la vida me brindó, adquirí cultura y conocimiento, amistades y vínculos que me permiten estar rodeado y acompañado. En el trabajo, adquirí consistencia y estabilidad y soy respetado por mis colegas. He realizado mis sueños en gran medida, consiguiendo logros materiales a través de los cuales compré la casa que siempre quise tener, viajar y conocer muchos países y lo más importante una familia a la cual adoro.

Parecería que tengo todo, que estoy satisfecho y sería injusto que pudiera esbozar alguna queja. Pero, en este silencio especial y delante de tu santísima habitación, solamente frente a Tí, te quiero decir que me falta lo más importante: darle sentido a mi vida.

Señor, no he encontrado todavía algo que me satisfaga completamente, tengo una carencia existencial que no la puedo expresar en palabras, pero que en momentos, igualmente rodeado de todas mis posesiones, siento un vacío que se hace carencia, debilidad y desesperanza.

Hace mucho tiempo, que ansiaba venir a visitarte y con lágrimas en los ojos, poder susurrarte: Ten compasión de mí Señor, y ven a inundar la habitación de mi espíritu, que está pobre, seco y árido, porque cuando Tú golpeabas insistentemente no supe escucharte y la puerta permaneció cerrada. Señor, hazme conocer el verdadero sentido de mi vida!



Hijo, tienes todo y te falta todo. Esta es la verdad. La riqueza material por más abundante que sea no te proporcionará riqueza de vida. El sentido de tu existencia no brotará nunca de esa fuente, porque ella es efímera y el manantial que yo te ofrezco es eterno y perdurable.

Adquiere y busca por todos los medios La Sabiduría que ella te instruirá y el primer paso que debes dar es temer mi Nombre. No es un temor de miedo y de oscuridad, es el temor de respeto y confianza en Mí que te he creado y te he dado todo y te daré aún más. Es el temor de acordarte de Mí y de tenerme presente en cada momento. Entonces brotará la luz que te brindará riquezas incalculables pero que no tienen el valor que tú le das a las materiales. Ellas no tienen precio y no se pueden comprar.

Sólo Yo te las puedo dar si buscas con persistencia mi Sabiduría. Si te despojas de tus bienes, compartiéndolos y no aferrándote a ellos, te volverás pobre a tu parecer, pero muy rico delante de Mí. El camino que te propongo es que dejes en cada estación parte de tus cargamentos. Cuanto más los abandones menos preocupado estarás. A medida que avances estarás liviano, suelto, sin nada en que apoyarte. Ahí estaré Yo para caminar contigo y mi cargamento es suave y ligero. Al tener menos, tendrás más, al despojarte, te enriquecerás. Esta es la paradoja de mi propuesta. ¿quieres seguirla?

Te entiendo, es muy dificil, porque los lazos que te unen a las cosas parecen indestructibles y romperlos es una tarea que no puedes hacer por sí solo. Yo, te lo prometo, desataré los nudos con el poder de mi Espíritu, tomaré tus pertenencias y las repartiré a muchas personas de muchos lugares. No temas, no permitiré que te entristezcas. Entonces, cuando ya no te quede nada en los graneros y estés muy vacío y sin nada de lo cual asirte, vendré a tí y te llenaré en abundancia. Ahora lo tendrás todo y serás muy rico en tu verdadera pobreza.

Descubrirás entonces el verdadero sentido de la vida que tus posesiones te impedían verlo y realizarlo. Adquirirás una nueva dimensión de las cosas, tu espíritu crecerá y buscarás nuevos horizontes donde el sol de la mañana te hará escuchar un nuevo sonido de todo lo que te rodea.

Hijo, sigue tras la huella de la verdadera Sabiduría, la celestial, para inventar nuevos espacios de amor y generosidad que te devuelvan la increíble experiencia de aprender a amar a los demás, como Yo te he venido amando, sin que tú te dieras cuenta.

Percibe en la abundancia de mis signos el sentido de lo que tengo guardado para tí. Búscame, llámame y sobrenaturalmente poseerás todo: conmigo tendrás un verdadero motivo para vivir.

Adoración

Señor, desde mi niñez mis padres me han enseñado a rezar, a orar, a recitar el Padre Nuestro y el Avemaría y ha sido mi sustento espiritual hasta estos días.

También he participado en grupos de la Parroquia, en cursos sobre Oración y todo ello me ha enriquecido mi dimensión espiritual. He aprendido a leer tu palabra, a comprenderla y a escudriñarla, gracias a las enseñanzas que recibí de muchas personas, sacerdotes a quienes todavía hoy sigo recordando por su dedicación y disponibilidad, pero también a laicos, quienes con su ministerio me han brindado su tiempo y su conocimiento para ahondar en tu Palabra.

Luego, en la realidad de la vida, en las dificultades y pruebas que fuí experimentando, empecé a sentir la división que tenía en mi interior, entre lo que sabía de tu Palabra y "vivir" tu Palabra com mis hermanos, familiares y con el ambiente que me rodeaba.

Sinceramente, entré en un conflicto muy grande, porque comenzaron a aparecer por doquier mis contradicciones e inconsistencias. Me ví reflejado en San Pablo, sujeto a otra ley, la del pecado, haciendo lo que no quería y no haciendo lo que deseaba. Ahora que estoy hablando contigo, te digo que esto me deja preocupado. Cuando por diversas circunstancias, he dejado de leer y cumplir tu Palabra, he perdido la referencia: comencé a deslizarme cada vez más hacia abajo. Cuando sin darme cuenta permití que se diluyera el sentido del pecado, lo cometí y volví a cometerlo y aún mas: no he quedado perturbado! Pero, seguí deslizándome más abajo. Cuando las necesidades de las personas y sus llamadas de auxilio comenzaron a serme indiferentes, un día, lo recuerdo bien, me sentí realmente vacío y acobardado.

Ayer, me prestaron un libro, el cual sostiene que la solución a estos problemas es simplemente saber adorar. Señor, asísteme e instrúyeme. Dime que significa la adoración.



Hijo, cuando me encontré con la mujer Cananea, ella estaba muy sedienta y Yo le ofrecí un manantial inagotable para calmar su sed. Le dije: Adora al Padre en Espíritu y en Verdad, porque El se complace y busca adoradores que lo hagan de esa manera.

No es nada dificil, simplemente escucha. Ahora estás en el piso de un gran fondo oscuro. Si miras a los costados, sientes que te aprisionan las paredes que se achican segundo a segundo. Te sientes como atrapado y sin ninguna salida, te falta la luz, y no puedes huir ni correr. Estás quieto, sin movimiento y muy rígido. No temas. Comienza a adorar. Inclina tu cabeza hacia arriba, y verás lo único que puedes percibir: un tenue rayo de sol. Este es el inicio. Esta luz te alcanza.

No preguntes nada, calla por un pequeño tiempo. Sólo mira hacia arriba. Mira y fija tu mirada a lo invisible, pero con fe y mucha confianza. El sol te alumbrará un poco más y así verás grandes cosas, aún mayores de lo que han visto otras personas. Siéntelo, El está ahí, no busques su rostro porque es inescrutable. Escucha su murmullo, abre tu corazón ahora para que disfrutes su dulzura y misericordia. Tiéndele la mano porque ha venido a estrechar su mano con la tuya y luego déjate llevar. El te alzará como en un soplo, vendará tus heridas y se sentará junto a tí sobre una roca.

Temblarás ante su presencia, tus emociones se colmarán de plenitud por su cercanía, tus lágrimas caerán a borbotones por la inmensa alegría que experimentarás en su nube de gozo y felicidad. Ahora estás con El. Míralo, escúchalo, pero no hables. El te entiende y te responderá tus interrogantes. Sólo disfruta en calma y quietud. Ensancha tu corazón y observa a tu alrededor. Percibe los colores, la nueva dimensión de las cosas, las flores que crecen, el agua que fecunda el desierto seco de lo que pisabas y entonces sólo dí: Gracias Padre! Nada más.

La adoración es extasiarse con gozo y gratitud simplemente ante su Presencia, es el silencio del lenguaje del Amor. Si por algún motivo tu alma se entristece, vuelve a la adoración. El te necesita así, humilde y confiado en creer que de nuevo vendrá cuando lo llames. No busques su rostro. Lo encontrarás; en todas las cosas y personas que te rodean. Y cuando lo encuentres y tu amor se plasme en una oración de alabanza, estarás adorando. Y porque El así lo prefiere, te volverá a buscar. Pero no lo olvides: déjate hallar.

Por nuestro matrimonio

Señor, ya va a comenzar la noche y en la calma de nuestro hogar, nos hemos dado este tiempo para conversar contigo.

Hace veinticinco años años que estamos casados, que hemos consolidado a través del tiempo, nuestro matrimonio. Atrás, ha quedado, aunque permanece intacta, nuestra historia de amor: nuestros hijos, nuestro trabajo, nuestros sueños cumplidos y los no realizados, nuestras cruces y momentos muy dolorosos. Pero también las hermosas alegrías, los momentos gratificantes que hemos vivenciado, los recuerdos, las imágenes estampadas con emoción en nuestros corazones, en fin, Señor la vida que tus has sabido regalarnos a través de tu bendición y tu amparo.

Gracias Señor, por la atención cuidadosa que nos has brindado, gracias por lo que nos has permitido conocer, vivir, sentir, gracias por tu Palabra y tu aliento en los momentos decisivos de nuestra pareja y gracias especialmente por nuestros queridos hijos y por todas las alegrías que ellos nos dan y nos han dado.

Pero hoy, delante de Tí, los dos, unidos en un único deseo queremos conversar y escuchar tu palabra, tu consejo en estos muy delicados años de nuestro matrimonio.

La rutina de la vida, el trabajo y las preocupaciones nos han reducido el tiempo para comunicarnos, estamos hablando muy poco entre los dos, quizás compartiendo solamente y a veces simples miradas que evaden la palabra y la posibilidad de expresar nuestros sentimientos más íntimos. Se ha instaurado de alguna manera la barrera de la distancia, que ha podido llegar en ocasiones hasta la indiferencia y la incomunicación.

Nos hemos convertido en islas, donde cada uno permanece en sí mismo y cumpliendo mecánicamente las obligaciones y responsabilidades de rigor. La espontaneidad se ha ido diluyendo, la sorpresa ha quedado en el olvido, los regalos que antaño eran repetidos, permanecen en las estanterías de las tiendas.

La rutina nos ha dominado, provocando cansancio y monotonía. Hemos dejado los paseos domingueros, las visitas a nuestros amigos, las reuniones, los proyectos y durante mucho tiempo permanecemos inmóviles frente a nuestro televisor. Hemos paralizado a la palabra y ya no están más las pequeñas pero maravillosas muestras de ternura que nos brindábamos mutuamente.

Señor, somos jóvenes todavía pero parecería que vamos cargando años de más y estamos dejando pasar las diversas oportunidades que aún la vida nos presenta. La desmotivación se hizo nuestra compañera en este camino de existencias paralelas y ya no luchamos como antes para alcanzar a dúo los objetivos de nuestra superación personal.

Por ello, hoy, tranquilos, acudimos a Tí para que nos ayudes a renovar y recobrar una historia de vida que deseamos con mucho fervor y mediante tu gracia, darle la fecundidad y continuidad que sólo Tú puedes hacer posible.



Gracias por haberme llamado y por haber acudido a Mí. Tómense de las manos, descansen que Yo les aliviaré la carga y llevaré vuestro yugo. Yo soy el Camino en el cual a partir de ahora transitarán con mi compañía. Falta todavía más tiempo para que compartan juntos muchos proyectos. El rocío de mi Espíritu los va a alumbrar y haré renacer en vuestros corazones un nuevo sentido para coronar la hermosa experiencia de vivir.

Permítanme que sea el centro de sus anhelos, que sea vuestro compañero de viaje en todos los momentos, que los guíe hacia pasturas abundantes y hacia el manantial inagotable en un bosque donde el sol aparece muy temprano.

Búsquenme diariamente a través de la oración, preséntenme vuestras plegarias expresándome las preocupaciones y angustias que debo solucionar. Abran su alma a la generosidad y fuerza de mi Palabra y aliméntense con mi comida celestial.

Un día, sin que se den cuenta, volverán a mirarse sin palabras, se re-descrubrirán nuevamente y mi presencia hará posible la cercanía del Amor. Ya no habrá caminos paralelos, caminarán juntos cantando aquella vibrante melodía que susurraban en su juventud y reposarán plácidamente en aquel lugar pérdido donde hace tiempo murmuraban sueños y esperanzas. Yo estaré ahí, sin que ustedes lo percaten y diré a mis ángeles que entonen la sinfonía que más prefiero para que vuestro amor quede enternecido en un abrazo perpetuo.

Vuelvan a decirse: SI, no teman expresar lo que sienten el uno al otro, vuelvan al compartir, jueguen, inicien un viaje, realicen tareas en reciprocidad, permanezcan bajo la sombra de un arbol solazándose con sus nietos, disfruten! pero siempre juntos. Respétense mutuamente aceptando y tolerando la individualidad y personalidad de cada uno, para que vuestro vínculo se enriquezca a pesar de las diferencias.

Cuando regresen al hogar, hagan una fiesta, inviten a sus seres más queridos y cuéntenles lo que ha sucedido. Renueven una vez más su amor, compartan la dicha y el gozo aún en medio de las dificultades que se presentarán. Oren y recen día a día para que se vean fortalecidos en la unión indestructible que un día se prometieron ante mi Presencia. Alégrense y vivan... Estoy con ustedes.

Por los niños enfermos

Padre de Misericordia, Padre de bondad, que siempre escuchas nuestras súplicas, hoy nos postramos delante de tu imagen para pedirte por nuestro querido/a hijo/a. (Sea en caso de enfermedades, operaciones de cirugía, evolución post-operatoria, accidentes)

Hemos venido del Hospital muy consternados puesto que los médicos nos aseveraron que su problema todavía es reservado. Estamos ante tí, con nuestro corazón lleno de dolor, queriendo compartir contigo estos momentos. Atiende esta plegaria que te realizamos con toda nuestra fuerza y confianza, para que protejas a nuestro hijo, lo ampares y le brindes tu poder infinito de sanación para que se cure rápidamente y sufra lo menos posible.

Tu sabes cuanto lo amamos, cuanto quisiéramos robarle su dolor para evitarle este trance; toma entonces, Señor, su sufrimiento y que se haga carne en nuestros cuerpos. Sabremos soportarlo con humildad y paciencia. Acepta Señor este ofrecimiento para que nuestro querido hijo evolucione satisfactoriamente y si debe ser intervenido, Tú, con tu presencia siempre atenta, dirijas y conduzcas las manos de los médicos para que todo sea un éxito y pronto lo veamos nuevamente en casa, corriendo, jugando, con su cara sonriente y su dulzura. Padre, ten compasión de nosotros en estos momentos. Depositamos nuestra confianza en la Misericordia de tu Amor, por favor, cuídalo, ten tu momento con él a solas para que sienta el regazo de tus brazos llenos de cariño y protección.

Ahora está solito en la habitación, quizás dormido. Hemos venido a casa extremadamente preocupados y nuestra fe nos ha traído ante Tí, sabiendo de tu poder omnipotente. Tú obras milagros de curación, porque estás vivo y resucitado hoy en medio de nosotros. Tú eres el Pastor que cuida y venda las heridas de sus ovejas. Contigo todo es posible, contigo todo es calma y tranquilidad, contigo está la esperanza ...

Tomados de la mano fuertemente, elevamos ante Tí esta súplica de amor para que nuestro hijo quede totalmente a tu cuidado. Señor, gracias.



No se preocupen. En estos momentos estoy con vuestro hijo, a su lado, cuidándolo como un tesoro muy preciado. Está en calma, sin dolor. Ya he puesto mi mano sobre él y todo estará bien. No lo dejaré ni siquiera un segundo, le hablaré tenuemente y él me escuchará. Ya estoy viendo sus ojitos de alegría, porque ha descubierto mi Presencia.


Señor, gracias por cuidarme, gracias por estar junto a mí. Hoy tenía un poquitín de miedo y temor, pero ahora contigo siento mucha alegría y confianza porque es como si que mamá y papá estuvieran aquí. ¿quienes como tú y ellos me podrían cuidar mejor? Sé que ellos están muy tristes por mí, pero diles que los quiero mucho, que los extraño y que muy pronto, pero muy pronto, me podrán besar y abrazar porque Tú has venido a verme, a curarme y entonces ya no habrá más dolor ni preocupación. Volveré a jugar, a correr, a brincar con mi cachorro, ir a la escuela...como antes... Díles eso. Y por favor, tranquilízalos y cuida de ellos.

Mi niño, alégrate pero ahora, duerme, duerme tranquilamente que Yo me quedaré a tu lado. Nada sentirás y lo bueno sucederá. Y cuando despiertes, sanadas tus heridas, te prometo que tendrás el más anhelado regalo, lo que más esperas: la sonrisa de mamá y papá.

Apotegmas

La literatura del desierto es accesible gracias a las Sentencias de los Padres del Desierto llamados Apophtegmas, de final del siglo III, ...