Señor, escucha mis gritos, atiende a mis clamores, presta atención a mi plegaria, pues no hay engaño en mis labios.
Si quieres sondear mi corazón, visítame por la noche o pruébame con fuego.
Confirma mis pasos en tus caminos para que mis pies no vacilen.
Soy yo quien te llamo, esperando tu respuesta , oh Dios. Inclina a mí tu oído, escucha mi ruego.
Manifiéstate, Dios Misericordioso, que salvas a quienes confían en tu mano.
(Salmo 17)
No tendrás que temer desgracia alguna, pues contigo está Yavé, rey de Israel.
Ese día le dirán a Jerusalén: "¡No tengas ningún miedo, ni te tiemblen las manos!
Yavé, tu Dios, está en medio de tí como un héroe que salva, él saltará de gozo al verte a tí y te renovará su amor.
Por tí lanzará gritos de alegría como en los días de fiesta."
(Sofonías 3:15-18)
Señor, hoy estuve en la Santa Misa y tu Palabra no me fue indiferente. Me dejó su huella en el pensamiento y me hizo reflexionar. El sacerdote habló del prójimo y del amor que debemos prodigarle, cumpliendo así tu segundo gran mandamiento.
Señor, ¿quién es verdaderamente mi prójimo?
Que pregunta que me has hecho! Y me dejas contento por haberte interesado. Ya te hallas en el camino de descubrirlo y por lo tanto te bendeciré y te ayudaré a encontrarlo. No te será dificil, créelo.
Prójimo es cercanía. Es mirar a tu alrededor y descubrir a "una persona igual a tí" No importa el color, la edad, su estado, porque en Mí es tu hermano en el Amor.
Pero por estar cerca tuyo, todavía no es prójimo, tienes que romper la barrera invisible de la separación, la distancia y el temor. Cualquier actitud tuya, por mínima que sea, desde un pensamiento positivo hasta un hecho concreto, recién a partir de tu receptividad y tu mirada, en ese preciso instante lo conviertes en prójimo. Has podido mirar a tu hermano.
Pero mirarlo no es precisamente descubrirlo. Lo descubres verdaderamente cuando propicias un encuentro, un tú a tú, cuando trascendiendo el movimiento, te detienes y comienzas a amarlo. Luego el movimiento continúa, pero es necesario un momento preciso, brevísimo, donde te descentras de tí mismo y vas hacia él.
A veces puedes preguntarle simplemente ¿qué necesitas? otras, prontamente te adelantas a sus necesidades, estirando quizás tu cálida mano o brindándole lo que piensas que le hace falta.
Cada actitud de entrega, cada actitud de servicio a los demás, es un gran paso de tu amor. Sales de tí. Si te encierras en tí mismo, continuarás amando, pero a tí mismo, nada más. Si te abres, saliendo de tí mismo y si a su vez eres receptivo para que alguien pueda entrar en tí, el prójimo estará ante tu presencia.
Cuando des un vaso de agua a un sediento, cuando des un pedazo de pan a un hambriento, cuando visitas a un enfermo solitario y triste, cuando hablas con tu vecino, cuando llamas a un amigo, cuando le sonríes al colectivero, cuando haces un favor a tu compañero de trabajo, cuando juegas con tus hijos, cuando acompañas a tu esposa a su reunión preferida, cuando dices gracias, cuando haces un sacrificio sin importar la recompensa, cuando te comprometes con los derechos de los demás, cuando das testimonio de Mí, cuando piensas en los demás, cuando...ahí estará tu prójimo, a tu lado.
Ahora bien, cuando discriminas por el color, por el poder o la riqueza, por la vestimenta o por las diversas formas de pensar, vuelves a encerrarte en tí y amarte sólo a tí, aunque con un amor muy especial e individualista. Este no es el Amor de mi Reino, pues el amor siempre es de a dos, es una actitud de entrega a "un otro/a". Cuando dejas de dar agua a un sediento, cuando dejas de dar un pedazo de pan, cuando dejas de visitar a un enfermo, cuando dejas de dar gracias, cuando dejas de ayudar, cuando todo te es indiferente, y estableces la barrera y la pared de la incomunicación, cimentada con ladrillos de agresión, enojo y hostilidad, entonces ya no podrás ver a tu prójimo. Le has cambiado la denominación: Ahora se llama enemigo.
Pero yo he venido a enseñaros un camino, la buena nueva y si me escuchas rogaré al Padre, vendremos a tí, moraremos en tí y soplaremos el poder del Espíritu que cambiará tu corazón de piedra en un corazón de carne, que se volverá sensible para dar cabida a todos tus hermanos. Pídeme la gracia para que ensanche tu corazón y sientas el Amor misericordioso que te llevará a salir de tí para ir a tus hermanos.
Entonces a través de cada hecho que hagas a su favor, por pequeñísimo que sea, aprenderás a amar a tu prójimo como a tí mismo, y no habrá en tí otro sentimiento de orar día a día por los desamparados, por los enfermos, por los pobres, por los desconocidos y sufrientes, orando por toda la creación y cuando los ames con tal intensidad, tanto en el pensamiento como con tus actos, quizás algún día inesperado descubrirás mi Rostro en medio de todos ellos. Ese día quedarás sin palabras y muy perplejo, pues amándote te diré: Conmigo lo has hecho! Ven a mi lado y disfruta de mis delicias.
El poder del Espíritu a través de la oración y la súplica.
DIOS ES UN MISTERIO DE MISERICORDIA
viernes, 1 de julio de 2011
Quiero nacer Señor!!!
Señor, te hablo bajito para que no me escuche mi madre. Te quiero contar algo y por favor ayúdame cuanto antes. He sentido hablar a mamá y papá y decidieron que no nazca. Han discutido, han peleado con gritos muy fuertes porque no están muy de acuerdo, pero creo que ya han llegado a la decisión y van a matarme.
Ni te imaginas como me siento acá, solito, solito, desamparado totalmente y con una tristeza que embarga mi pequeño corazón. Por favor Señor, sálvame. Quiero vivir, quiero conocer la alegría de vivir la vida, quiero nacer!
Todavía no estoy definitivamente formado, pero estoy vivo. Ya tengo mi cuerpecito, pero está todavía desarrollándose, sabes. Me he dado cuenta que he empezado a sentir, pero lo más lindo es que he empezado también a pensar. Puedo percibir mis pequeños movimientos dentro de las entrañas de mi madre. Ayer ví mis manitos con sus deditos incipientes, los pies se me movían lentamente y el corazón latía y latía. Cuando mi madre se alimenta, es mi regocijo, cuando ella está tranquila disfruto la paz inmensa de la cálida agua que me rodea.
Pero cuando los escucho hablar sobre mí, me invade Señor, una soledad terrible y un temor lastimero incontrolable.
No sé bien lo que hay afuera, pero estoy ansioso de conocerlo. He escuchado muchas voces que hablan de cosas que todavía no entiendo. Algunas personas hablan de amor, de amistad, de proyectos, de trabajo, pero otras gritan, pelean, se vuelven agresivos y solitarios.
Dicen que hay guerras donde matan a la gente, donde dejan morir a las personas, donde sólo quieren disfrutar y disfrutar sin importarle quien está a su lado. Que dificil la vida, Señor!
Pero a pesar de todo lo que puedo estar imaginándome, quiero vivir! Permítelo Señor, así te puedo conocer más de cerca, crecer, ser alguien, quizás un profesor o un profesional. Quisiera jugar con los niños, disfrutar de mi niñez, soñar, aprender, trabajar, ayudar a los demás. He escuchado que tu eres muy bueno, por eso te llamé. Que tú eres amor incondicional y que siempre estás a la orden para ayudar a los más necesitados, a los que están en gran peligro como ahora estoy yo.
Dicen que hace mucho tiempo hiciste milagros ¿que será un milagro? ¿los podré conocer? que curabas a la gente con tu mano, que eras un gran Maestro y todos te querían, que enseñabas la forma para vivir con dignidad y que dabas un camino para que todos fuésemos salvados.
Pero lo que más me entristeció es que a tí te pasó lo mismo que me está pasando a mí. Te mataron injustamente en la cruz! Que dolor y que injusticia. Por eso te llamé, porque sólo tú y nadie más que tú, sabes y comprendes la soledad y el vacío del dolor de sentirse aunque sea por un momento abandonado en las puertas del abismo. Así estoy yo Señor. Pero dicen también, que tu Papá vino a salvarte en el momento de tu muerte, cuando más sólo estabas, El no te defraudó, porque he escuchado que tiene mucho Amor y misericordia. ¿me entiendes Señor? ¿a quién podría recurrir sino a tí?
Ayyyyyy, ahora pude respirar y estoy más tranquilo, pero temo las voces de mis padres y su decisión que pronto llevarán a cabo. Señor, seca mi llanto lo cual yo no puedo hacer. Pon tus manos bondadosas sobre mi cuerpecito, para que pueda vivir y no me maten. Sabes, presiento que mi mamá me quiere, pero está confundida. A pesar de todo, ella me sigue alimentando, a veces, pone su mano sobre mí y siento su calor y su sentimiento maternal. Y mi padre también me habla y esto me da esperanza, pero AHORA están decididos Señor, ven rápido, aýudame y sálvame. QUIERO VIVIR. Yo los quiero Señor y los quiero querer...
Mi pequeño, mi pequeño, todavía no tienes nombre pero te aseguro que ya está grabado con fuego en mi corazón. No temas. Vivirás!
Escucha y permanece tranquilo: Eres de los más preferidos de mi Padre y de ninguna manera permitirá que algo te suceda, porque lo único que sucederá es que vendrás a la vida en la alegría de las alegrías como el nacimiento silencioso de una flor. Tu inocencia y tu limpio corazón enternecen a mi Padre y Yo le rogaré a El y vendremos a tí y estaremos y viviremos en tí. Te ampararemos amorosamente, te cobijaremos con ternura y no te faltará leche y miel. Crecerás fortificado y la luz del cielo nunca te faltará.
Hace tiempo, Yo les hablaba a los grandes, a los adultos y les decía que si no se volvían como tú, no entrarían en mi Reino, un reino de paz, de amor y de felicidad. Confía, estamos contigo y además cuentas con tu otra Madre, la del cielo pero aquí en la tierra, mi Madre, la que me concibió con infinito Amor. Ella y más que ninguna hará lo mismo contigo. ¿que dices? ¿estás más tranquilo?
Ahora, espera en nuestro trabajo. Soplaremos un rocío resplandeciente, el del Espíritu, el que da vida, aquel que con su sombra cubrió a mi querida Madre para que Yo pudiera nacer. Tenlo por seguro: tus padres cambiarán de opinión. Sus corazones se volverán nuevamente al camino de la esperanza, al camino de la ansiosa espera, al camino del amor y de la vida, porque Yo soy el camino, la resurrección y la vida.
Duérmete mi niño, descansa, crece sanamente, te cuidaremos y cuando despiertes conocerás la inimaginable e indescriptible alegría de una nueva creación: serás tú mismo con un precioso nombre que ya está escrito para siempre en los cielos...y que tendrá su lugar, aquí en la tierra. Tus padres te estarán esperando. Vivirás!
Ni te imaginas como me siento acá, solito, solito, desamparado totalmente y con una tristeza que embarga mi pequeño corazón. Por favor Señor, sálvame. Quiero vivir, quiero conocer la alegría de vivir la vida, quiero nacer!
Todavía no estoy definitivamente formado, pero estoy vivo. Ya tengo mi cuerpecito, pero está todavía desarrollándose, sabes. Me he dado cuenta que he empezado a sentir, pero lo más lindo es que he empezado también a pensar. Puedo percibir mis pequeños movimientos dentro de las entrañas de mi madre. Ayer ví mis manitos con sus deditos incipientes, los pies se me movían lentamente y el corazón latía y latía. Cuando mi madre se alimenta, es mi regocijo, cuando ella está tranquila disfruto la paz inmensa de la cálida agua que me rodea.
Pero cuando los escucho hablar sobre mí, me invade Señor, una soledad terrible y un temor lastimero incontrolable.
No sé bien lo que hay afuera, pero estoy ansioso de conocerlo. He escuchado muchas voces que hablan de cosas que todavía no entiendo. Algunas personas hablan de amor, de amistad, de proyectos, de trabajo, pero otras gritan, pelean, se vuelven agresivos y solitarios.
Dicen que hay guerras donde matan a la gente, donde dejan morir a las personas, donde sólo quieren disfrutar y disfrutar sin importarle quien está a su lado. Que dificil la vida, Señor!
Pero a pesar de todo lo que puedo estar imaginándome, quiero vivir! Permítelo Señor, así te puedo conocer más de cerca, crecer, ser alguien, quizás un profesor o un profesional. Quisiera jugar con los niños, disfrutar de mi niñez, soñar, aprender, trabajar, ayudar a los demás. He escuchado que tu eres muy bueno, por eso te llamé. Que tú eres amor incondicional y que siempre estás a la orden para ayudar a los más necesitados, a los que están en gran peligro como ahora estoy yo.
Dicen que hace mucho tiempo hiciste milagros ¿que será un milagro? ¿los podré conocer? que curabas a la gente con tu mano, que eras un gran Maestro y todos te querían, que enseñabas la forma para vivir con dignidad y que dabas un camino para que todos fuésemos salvados.
Pero lo que más me entristeció es que a tí te pasó lo mismo que me está pasando a mí. Te mataron injustamente en la cruz! Que dolor y que injusticia. Por eso te llamé, porque sólo tú y nadie más que tú, sabes y comprendes la soledad y el vacío del dolor de sentirse aunque sea por un momento abandonado en las puertas del abismo. Así estoy yo Señor. Pero dicen también, que tu Papá vino a salvarte en el momento de tu muerte, cuando más sólo estabas, El no te defraudó, porque he escuchado que tiene mucho Amor y misericordia. ¿me entiendes Señor? ¿a quién podría recurrir sino a tí?
Ayyyyyy, ahora pude respirar y estoy más tranquilo, pero temo las voces de mis padres y su decisión que pronto llevarán a cabo. Señor, seca mi llanto lo cual yo no puedo hacer. Pon tus manos bondadosas sobre mi cuerpecito, para que pueda vivir y no me maten. Sabes, presiento que mi mamá me quiere, pero está confundida. A pesar de todo, ella me sigue alimentando, a veces, pone su mano sobre mí y siento su calor y su sentimiento maternal. Y mi padre también me habla y esto me da esperanza, pero AHORA están decididos Señor, ven rápido, aýudame y sálvame. QUIERO VIVIR. Yo los quiero Señor y los quiero querer...
Mi pequeño, mi pequeño, todavía no tienes nombre pero te aseguro que ya está grabado con fuego en mi corazón. No temas. Vivirás!
Escucha y permanece tranquilo: Eres de los más preferidos de mi Padre y de ninguna manera permitirá que algo te suceda, porque lo único que sucederá es que vendrás a la vida en la alegría de las alegrías como el nacimiento silencioso de una flor. Tu inocencia y tu limpio corazón enternecen a mi Padre y Yo le rogaré a El y vendremos a tí y estaremos y viviremos en tí. Te ampararemos amorosamente, te cobijaremos con ternura y no te faltará leche y miel. Crecerás fortificado y la luz del cielo nunca te faltará.
Hace tiempo, Yo les hablaba a los grandes, a los adultos y les decía que si no se volvían como tú, no entrarían en mi Reino, un reino de paz, de amor y de felicidad. Confía, estamos contigo y además cuentas con tu otra Madre, la del cielo pero aquí en la tierra, mi Madre, la que me concibió con infinito Amor. Ella y más que ninguna hará lo mismo contigo. ¿que dices? ¿estás más tranquilo?
Ahora, espera en nuestro trabajo. Soplaremos un rocío resplandeciente, el del Espíritu, el que da vida, aquel que con su sombra cubrió a mi querida Madre para que Yo pudiera nacer. Tenlo por seguro: tus padres cambiarán de opinión. Sus corazones se volverán nuevamente al camino de la esperanza, al camino de la ansiosa espera, al camino del amor y de la vida, porque Yo soy el camino, la resurrección y la vida.
Duérmete mi niño, descansa, crece sanamente, te cuidaremos y cuando despiertes conocerás la inimaginable e indescriptible alegría de una nueva creación: serás tú mismo con un precioso nombre que ya está escrito para siempre en los cielos...y que tendrá su lugar, aquí en la tierra. Tus padres te estarán esperando. Vivirás!
Quisiera retirarme a solas contigo
Señor, quisiera retirarme algún día a solas contigo. Tengo tantas cosas que contarte. Estoy en medio de un mar de actividades, que me quitan tiempo para Tí. Escucho permanentemente muchos ruidos, todo es movimiento, es un andar de idas y venidas y no te encuentro.
La música que me deleita, los ruidos de los coches, el teléfono que suena, la televisión, los avisos comerciales, el hablar de la gente, todo es un inmenso ruido de palabras e imágenes que me llevan a un torbellino que no tiene fin. ¿Donde puedo encontrar silencio?
Cuando me levanto, de mañana temprano, comienzo a escuchar los ruidos de mi interior, quizás son aquellos más silenciosos, pero los que más demandan ser escuchados. Vienen a mi mente recuerdos de mi juventud, lo que debí haber hecho y no hice, lo que debí comprar y no compré, lo que soñé y no lo pude realizar, lo que perdí y no volví a tener, lo que amé, lo que destruí, lo que ansié, lo que compartí. Estos ruidos me golpean insistentemente y a veces me producen angustia y tristeza porque no los puedo dominar.
De a poquito, comienzo a escuchar otros sonidos, el canto de un pájaro, el cobrador de mis gastos, voces que pasan raudamente, la computadora que prendo, mi canción favorita, el aullido del perro de mi vecina, las hojas de los árboles... Estoy rodeado de melodías que a veces producen una canción de encanto pero otras... más vale olvidarlas.
También escucho el timbre de la puerta, el pobre hombre que me viene a pedir un pedazo de pan y me mira con sus ojos tristes y la mano tendida, el teléfono que suena como en eco, de mi hija para avisarme que hoy me trae a mis nietos, el acordarme que hoy es día de reunión con mis amigos, la telenovela que no me la puedo perder porque está en el capítulo más excitante, los llamados de la cocina que me indican que la comida va a estar a punto... ¿Dónde puedo encontrar silencio, Señor?
Sabes, también oigo el sonido de mi cuerpo, con dolores y tensión. En ocasiones no me responde porque está cansado de tanto trajín. Voy al médico, consulto al Homeópata, leo las medicinas alternativas para encontrar alguna vía de alivio, todavía no me doy cuenta como pude dejar el yoga y los ejercicios en el gimnasio, la gente que me quiere me aconseja y no hago tanto caso, sí, Señor esta es mi estampa de hoy en día. ¿qué me dices?
Te he escuchado muy atentamente y no he dejado de prestarte atención. Créelo.
Hace muchos años, me encontré con Marta y María y Marta estaba como tú, muy atareada con las cosas de la casa. María en cambio, sin dejar sus responsabilidades había preferido un momento de silencio. Marta, Marta...la llamé por su nombre y la tranquilicé.
Hay tiempo para todo, le dije. Si te reorganizas podrás hacer las cosas más pronto pero todavía mejor. Pero antes...pero antes dedícame un poquito de tu tiempo. Retírate a ese sillón que tanto disfrutas, siéntate, descansa y no pronuncies la menor palabra. Cierra los ojos, respira profundamente, déjate invadir por mi silencio y los ruidos acabarán.
Mis palabras no tienen ruido, son silenciosas y solamente me encuentras en el silencio. Allí en escasos momentos, te hablaré con dulzura y sólo estaremos tú y yo. Tengo mucho para decirte y mucho tiempo para escucharte. Ven, deja que el rayito de sol alumbre todavía más el esplandor de mi presencia.
Estaré y me quedaré aquí contigo un buen rato. Hablaremos, nos reíremos, haremos proyectos y sin que te des cuenta te sentirás tan abrazada por mi Amor, que dirás como Pedro: quédemonos aquí, Señor.
Y antes de que estés pronta para volver a tus actividades, te enseñaré el lenguaje que sólo lo doy cuando estoy contento como ahora, contigo: el lenguaje del silencio que es el idioma del amor más profundo. No habrá más ruidos, solamente tú y yo, sin palabras. Te lo pido, regálame este momento y a cambio te daré un poquito de cielo. Estoy seguro que volverás...y rezaremos juntos.
La música que me deleita, los ruidos de los coches, el teléfono que suena, la televisión, los avisos comerciales, el hablar de la gente, todo es un inmenso ruido de palabras e imágenes que me llevan a un torbellino que no tiene fin. ¿Donde puedo encontrar silencio?
Cuando me levanto, de mañana temprano, comienzo a escuchar los ruidos de mi interior, quizás son aquellos más silenciosos, pero los que más demandan ser escuchados. Vienen a mi mente recuerdos de mi juventud, lo que debí haber hecho y no hice, lo que debí comprar y no compré, lo que soñé y no lo pude realizar, lo que perdí y no volví a tener, lo que amé, lo que destruí, lo que ansié, lo que compartí. Estos ruidos me golpean insistentemente y a veces me producen angustia y tristeza porque no los puedo dominar.
De a poquito, comienzo a escuchar otros sonidos, el canto de un pájaro, el cobrador de mis gastos, voces que pasan raudamente, la computadora que prendo, mi canción favorita, el aullido del perro de mi vecina, las hojas de los árboles... Estoy rodeado de melodías que a veces producen una canción de encanto pero otras... más vale olvidarlas.
También escucho el timbre de la puerta, el pobre hombre que me viene a pedir un pedazo de pan y me mira con sus ojos tristes y la mano tendida, el teléfono que suena como en eco, de mi hija para avisarme que hoy me trae a mis nietos, el acordarme que hoy es día de reunión con mis amigos, la telenovela que no me la puedo perder porque está en el capítulo más excitante, los llamados de la cocina que me indican que la comida va a estar a punto... ¿Dónde puedo encontrar silencio, Señor?
Sabes, también oigo el sonido de mi cuerpo, con dolores y tensión. En ocasiones no me responde porque está cansado de tanto trajín. Voy al médico, consulto al Homeópata, leo las medicinas alternativas para encontrar alguna vía de alivio, todavía no me doy cuenta como pude dejar el yoga y los ejercicios en el gimnasio, la gente que me quiere me aconseja y no hago tanto caso, sí, Señor esta es mi estampa de hoy en día. ¿qué me dices?
Te he escuchado muy atentamente y no he dejado de prestarte atención. Créelo.
Hace muchos años, me encontré con Marta y María y Marta estaba como tú, muy atareada con las cosas de la casa. María en cambio, sin dejar sus responsabilidades había preferido un momento de silencio. Marta, Marta...la llamé por su nombre y la tranquilicé.
Hay tiempo para todo, le dije. Si te reorganizas podrás hacer las cosas más pronto pero todavía mejor. Pero antes...pero antes dedícame un poquito de tu tiempo. Retírate a ese sillón que tanto disfrutas, siéntate, descansa y no pronuncies la menor palabra. Cierra los ojos, respira profundamente, déjate invadir por mi silencio y los ruidos acabarán.
Mis palabras no tienen ruido, son silenciosas y solamente me encuentras en el silencio. Allí en escasos momentos, te hablaré con dulzura y sólo estaremos tú y yo. Tengo mucho para decirte y mucho tiempo para escucharte. Ven, deja que el rayito de sol alumbre todavía más el esplandor de mi presencia.
Estaré y me quedaré aquí contigo un buen rato. Hablaremos, nos reíremos, haremos proyectos y sin que te des cuenta te sentirás tan abrazada por mi Amor, que dirás como Pedro: quédemonos aquí, Señor.
Y antes de que estés pronta para volver a tus actividades, te enseñaré el lenguaje que sólo lo doy cuando estoy contento como ahora, contigo: el lenguaje del silencio que es el idioma del amor más profundo. No habrá más ruidos, solamente tú y yo, sin palabras. Te lo pido, regálame este momento y a cambio te daré un poquito de cielo. Estoy seguro que volverás...y rezaremos juntos.
Sentido de la vida
Señor, he venido al lugar de tu habitación, al Santísimo Sacramento, a buscar un momento de paz y sosiego para llenarme de tu gracia y tu sabiduría. He venido un poco atribulado, preocupado y deseo me concedas la gracia en este preciso momento, de que pueda abrir mi corazón y contarte lo que me está pasando. Quiero ser sincero contigo y manifestarte que hace mucho tiempo que ansiaba este momento, pero de alguna manera lo rehuía, lo evitaba, porque sé que al hablar contigo hallaría una respuesta y después no tendría la posibilidad de volver atrás. Eres muy misericordioso y comprensivo, pero contigo no hay doblez, porque tu propuesta es exigente y determinante. Lo sé.
Tengo temor de dar un paso adelante que me comprometa, que me haga ver que debo cambiar, pero ya de estar aquí contigo, a tu lado, siento que no existe otro camino que me libere de mis temores y miedos, para que, después de este diálogo, comience a ver con otra luz, tanto a mi mismo como al ambiente que me rodea.
Sabes que tengo una vida desahogada, que no tengo problemas económicos, que puedo darme los gustos que quiero, que he sabido contruir una posición relevante en la sociedad y lograr en varias áreas el reconocimiento de los demás. A los ojos de muchas personas, soy exitoso y triunfante.
No me quejo de lo que la vida me brindó, adquirí cultura y conocimiento, amistades y vínculos que me permiten estar rodeado y acompañado. En el trabajo, adquirí consistencia y estabilidad y soy respetado por mis colegas. He realizado mis sueños en gran medida, consiguiendo logros materiales a través de los cuales compré la casa que siempre quise tener, viajar y conocer muchos países y lo más importante una familia a la cual adoro.
Parecería que tengo todo, que estoy satisfecho y sería injusto que pudiera esbozar alguna queja. Pero, en este silencio especial y delante de tu santísima habitación, solamente frente a Tí, te quiero decir que me falta lo más importante: darle sentido a mi vida.
Señor, no he encontrado todavía algo que me satisfaga completamente, tengo una carencia existencial que no la puedo expresar en palabras, pero que en momentos, igualmente rodeado de todas mis posesiones, siento un vacío que se hace carencia, debilidad y desesperanza.
Hace mucho tiempo, que ansiaba venir a visitarte y con lágrimas en los ojos, poder susurrarte: Ten compasión de mí Señor, y ven a inundar la habitación de mi espíritu, que está pobre, seco y árido, porque cuando Tú golpeabas insistentemente no supe escucharte y la puerta permaneció cerrada. Señor, hazme conocer el verdadero sentido de mi vida!
Hijo, tienes todo y te falta todo. Esta es la verdad. La riqueza material por más abundante que sea no te proporcionará riqueza de vida. El sentido de tu existencia no brotará nunca de esa fuente, porque ella es efímera y el manantial que yo te ofrezco es eterno y perdurable.
Adquiere y busca por todos los medios La Sabiduría que ella te instruirá y el primer paso que debes dar es temer mi Nombre. No es un temor de miedo y de oscuridad, es el temor de respeto y confianza en Mí que te he creado y te he dado todo y te daré aún más. Es el temor de acordarte de Mí y de tenerme presente en cada momento. Entonces brotará la luz que te brindará riquezas incalculables pero que no tienen el valor que tú le das a las materiales. Ellas no tienen precio y no se pueden comprar.
Sólo Yo te las puedo dar si buscas con persistencia mi Sabiduría. Si te despojas de tus bienes, compartiéndolos y no aferrándote a ellos, te volverás pobre a tu parecer, pero muy rico delante de Mí. El camino que te propongo es que dejes en cada estación parte de tus cargamentos. Cuanto más los abandones menos preocupado estarás. A medida que avances estarás liviano, suelto, sin nada en que apoyarte. Ahí estaré Yo para caminar contigo y mi cargamento es suave y ligero. Al tener menos, tendrás más, al despojarte, te enriquecerás. Esta es la paradoja de mi propuesta. ¿quieres seguirla?
Te entiendo, es muy dificil, porque los lazos que te unen a las cosas parecen indestructibles y romperlos es una tarea que no puedes hacer por sí solo. Yo, te lo prometo, desataré los nudos con el poder de mi Espíritu, tomaré tus pertenencias y las repartiré a muchas personas de muchos lugares. No temas, no permitiré que te entristezcas. Entonces, cuando ya no te quede nada en los graneros y estés muy vacío y sin nada de lo cual asirte, vendré a tí y te llenaré en abundancia. Ahora lo tendrás todo y serás muy rico en tu verdadera pobreza.
Descubrirás entonces el verdadero sentido de la vida que tus posesiones te impedían verlo y realizarlo. Adquirirás una nueva dimensión de las cosas, tu espíritu crecerá y buscarás nuevos horizontes donde el sol de la mañana te hará escuchar un nuevo sonido de todo lo que te rodea.
Hijo, sigue tras la huella de la verdadera Sabiduría, la celestial, para inventar nuevos espacios de amor y generosidad que te devuelvan la increíble experiencia de aprender a amar a los demás, como Yo te he venido amando, sin que tú te dieras cuenta.
Percibe en la abundancia de mis signos el sentido de lo que tengo guardado para tí. Búscame, llámame y sobrenaturalmente poseerás todo: conmigo tendrás un verdadero motivo para vivir.
Tengo temor de dar un paso adelante que me comprometa, que me haga ver que debo cambiar, pero ya de estar aquí contigo, a tu lado, siento que no existe otro camino que me libere de mis temores y miedos, para que, después de este diálogo, comience a ver con otra luz, tanto a mi mismo como al ambiente que me rodea.
Sabes que tengo una vida desahogada, que no tengo problemas económicos, que puedo darme los gustos que quiero, que he sabido contruir una posición relevante en la sociedad y lograr en varias áreas el reconocimiento de los demás. A los ojos de muchas personas, soy exitoso y triunfante.
No me quejo de lo que la vida me brindó, adquirí cultura y conocimiento, amistades y vínculos que me permiten estar rodeado y acompañado. En el trabajo, adquirí consistencia y estabilidad y soy respetado por mis colegas. He realizado mis sueños en gran medida, consiguiendo logros materiales a través de los cuales compré la casa que siempre quise tener, viajar y conocer muchos países y lo más importante una familia a la cual adoro.
Parecería que tengo todo, que estoy satisfecho y sería injusto que pudiera esbozar alguna queja. Pero, en este silencio especial y delante de tu santísima habitación, solamente frente a Tí, te quiero decir que me falta lo más importante: darle sentido a mi vida.
Señor, no he encontrado todavía algo que me satisfaga completamente, tengo una carencia existencial que no la puedo expresar en palabras, pero que en momentos, igualmente rodeado de todas mis posesiones, siento un vacío que se hace carencia, debilidad y desesperanza.
Hace mucho tiempo, que ansiaba venir a visitarte y con lágrimas en los ojos, poder susurrarte: Ten compasión de mí Señor, y ven a inundar la habitación de mi espíritu, que está pobre, seco y árido, porque cuando Tú golpeabas insistentemente no supe escucharte y la puerta permaneció cerrada. Señor, hazme conocer el verdadero sentido de mi vida!
Hijo, tienes todo y te falta todo. Esta es la verdad. La riqueza material por más abundante que sea no te proporcionará riqueza de vida. El sentido de tu existencia no brotará nunca de esa fuente, porque ella es efímera y el manantial que yo te ofrezco es eterno y perdurable.
Adquiere y busca por todos los medios La Sabiduría que ella te instruirá y el primer paso que debes dar es temer mi Nombre. No es un temor de miedo y de oscuridad, es el temor de respeto y confianza en Mí que te he creado y te he dado todo y te daré aún más. Es el temor de acordarte de Mí y de tenerme presente en cada momento. Entonces brotará la luz que te brindará riquezas incalculables pero que no tienen el valor que tú le das a las materiales. Ellas no tienen precio y no se pueden comprar.
Sólo Yo te las puedo dar si buscas con persistencia mi Sabiduría. Si te despojas de tus bienes, compartiéndolos y no aferrándote a ellos, te volverás pobre a tu parecer, pero muy rico delante de Mí. El camino que te propongo es que dejes en cada estación parte de tus cargamentos. Cuanto más los abandones menos preocupado estarás. A medida que avances estarás liviano, suelto, sin nada en que apoyarte. Ahí estaré Yo para caminar contigo y mi cargamento es suave y ligero. Al tener menos, tendrás más, al despojarte, te enriquecerás. Esta es la paradoja de mi propuesta. ¿quieres seguirla?
Te entiendo, es muy dificil, porque los lazos que te unen a las cosas parecen indestructibles y romperlos es una tarea que no puedes hacer por sí solo. Yo, te lo prometo, desataré los nudos con el poder de mi Espíritu, tomaré tus pertenencias y las repartiré a muchas personas de muchos lugares. No temas, no permitiré que te entristezcas. Entonces, cuando ya no te quede nada en los graneros y estés muy vacío y sin nada de lo cual asirte, vendré a tí y te llenaré en abundancia. Ahora lo tendrás todo y serás muy rico en tu verdadera pobreza.
Descubrirás entonces el verdadero sentido de la vida que tus posesiones te impedían verlo y realizarlo. Adquirirás una nueva dimensión de las cosas, tu espíritu crecerá y buscarás nuevos horizontes donde el sol de la mañana te hará escuchar un nuevo sonido de todo lo que te rodea.
Hijo, sigue tras la huella de la verdadera Sabiduría, la celestial, para inventar nuevos espacios de amor y generosidad que te devuelvan la increíble experiencia de aprender a amar a los demás, como Yo te he venido amando, sin que tú te dieras cuenta.
Percibe en la abundancia de mis signos el sentido de lo que tengo guardado para tí. Búscame, llámame y sobrenaturalmente poseerás todo: conmigo tendrás un verdadero motivo para vivir.
Adoración
Señor, desde mi niñez mis padres me han enseñado a rezar, a orar, a recitar el Padre Nuestro y el Avemaría y ha sido mi sustento espiritual hasta estos días.
También he participado en grupos de la Parroquia, en cursos sobre Oración y todo ello me ha enriquecido mi dimensión espiritual. He aprendido a leer tu palabra, a comprenderla y a escudriñarla, gracias a las enseñanzas que recibí de muchas personas, sacerdotes a quienes todavía hoy sigo recordando por su dedicación y disponibilidad, pero también a laicos, quienes con su ministerio me han brindado su tiempo y su conocimiento para ahondar en tu Palabra.
Luego, en la realidad de la vida, en las dificultades y pruebas que fuí experimentando, empecé a sentir la división que tenía en mi interior, entre lo que sabía de tu Palabra y "vivir" tu Palabra com mis hermanos, familiares y con el ambiente que me rodeaba.
Sinceramente, entré en un conflicto muy grande, porque comenzaron a aparecer por doquier mis contradicciones e inconsistencias. Me ví reflejado en San Pablo, sujeto a otra ley, la del pecado, haciendo lo que no quería y no haciendo lo que deseaba. Ahora que estoy hablando contigo, te digo que esto me deja preocupado. Cuando por diversas circunstancias, he dejado de leer y cumplir tu Palabra, he perdido la referencia: comencé a deslizarme cada vez más hacia abajo. Cuando sin darme cuenta permití que se diluyera el sentido del pecado, lo cometí y volví a cometerlo y aún mas: no he quedado perturbado! Pero, seguí deslizándome más abajo. Cuando las necesidades de las personas y sus llamadas de auxilio comenzaron a serme indiferentes, un día, lo recuerdo bien, me sentí realmente vacío y acobardado.
Ayer, me prestaron un libro, el cual sostiene que la solución a estos problemas es simplemente saber adorar. Señor, asísteme e instrúyeme. Dime que significa la adoración.
Hijo, cuando me encontré con la mujer Cananea, ella estaba muy sedienta y Yo le ofrecí un manantial inagotable para calmar su sed. Le dije: Adora al Padre en Espíritu y en Verdad, porque El se complace y busca adoradores que lo hagan de esa manera.
No es nada dificil, simplemente escucha. Ahora estás en el piso de un gran fondo oscuro. Si miras a los costados, sientes que te aprisionan las paredes que se achican segundo a segundo. Te sientes como atrapado y sin ninguna salida, te falta la luz, y no puedes huir ni correr. Estás quieto, sin movimiento y muy rígido. No temas. Comienza a adorar. Inclina tu cabeza hacia arriba, y verás lo único que puedes percibir: un tenue rayo de sol. Este es el inicio. Esta luz te alcanza.
No preguntes nada, calla por un pequeño tiempo. Sólo mira hacia arriba. Mira y fija tu mirada a lo invisible, pero con fe y mucha confianza. El sol te alumbrará un poco más y así verás grandes cosas, aún mayores de lo que han visto otras personas. Siéntelo, El está ahí, no busques su rostro porque es inescrutable. Escucha su murmullo, abre tu corazón ahora para que disfrutes su dulzura y misericordia. Tiéndele la mano porque ha venido a estrechar su mano con la tuya y luego déjate llevar. El te alzará como en un soplo, vendará tus heridas y se sentará junto a tí sobre una roca.
Temblarás ante su presencia, tus emociones se colmarán de plenitud por su cercanía, tus lágrimas caerán a borbotones por la inmensa alegría que experimentarás en su nube de gozo y felicidad. Ahora estás con El. Míralo, escúchalo, pero no hables. El te entiende y te responderá tus interrogantes. Sólo disfruta en calma y quietud. Ensancha tu corazón y observa a tu alrededor. Percibe los colores, la nueva dimensión de las cosas, las flores que crecen, el agua que fecunda el desierto seco de lo que pisabas y entonces sólo dí: Gracias Padre! Nada más.
La adoración es extasiarse con gozo y gratitud simplemente ante su Presencia, es el silencio del lenguaje del Amor. Si por algún motivo tu alma se entristece, vuelve a la adoración. El te necesita así, humilde y confiado en creer que de nuevo vendrá cuando lo llames. No busques su rostro. Lo encontrarás; en todas las cosas y personas que te rodean. Y cuando lo encuentres y tu amor se plasme en una oración de alabanza, estarás adorando. Y porque El así lo prefiere, te volverá a buscar. Pero no lo olvides: déjate hallar.
También he participado en grupos de la Parroquia, en cursos sobre Oración y todo ello me ha enriquecido mi dimensión espiritual. He aprendido a leer tu palabra, a comprenderla y a escudriñarla, gracias a las enseñanzas que recibí de muchas personas, sacerdotes a quienes todavía hoy sigo recordando por su dedicación y disponibilidad, pero también a laicos, quienes con su ministerio me han brindado su tiempo y su conocimiento para ahondar en tu Palabra.
Luego, en la realidad de la vida, en las dificultades y pruebas que fuí experimentando, empecé a sentir la división que tenía en mi interior, entre lo que sabía de tu Palabra y "vivir" tu Palabra com mis hermanos, familiares y con el ambiente que me rodeaba.
Sinceramente, entré en un conflicto muy grande, porque comenzaron a aparecer por doquier mis contradicciones e inconsistencias. Me ví reflejado en San Pablo, sujeto a otra ley, la del pecado, haciendo lo que no quería y no haciendo lo que deseaba. Ahora que estoy hablando contigo, te digo que esto me deja preocupado. Cuando por diversas circunstancias, he dejado de leer y cumplir tu Palabra, he perdido la referencia: comencé a deslizarme cada vez más hacia abajo. Cuando sin darme cuenta permití que se diluyera el sentido del pecado, lo cometí y volví a cometerlo y aún mas: no he quedado perturbado! Pero, seguí deslizándome más abajo. Cuando las necesidades de las personas y sus llamadas de auxilio comenzaron a serme indiferentes, un día, lo recuerdo bien, me sentí realmente vacío y acobardado.
Ayer, me prestaron un libro, el cual sostiene que la solución a estos problemas es simplemente saber adorar. Señor, asísteme e instrúyeme. Dime que significa la adoración.
Hijo, cuando me encontré con la mujer Cananea, ella estaba muy sedienta y Yo le ofrecí un manantial inagotable para calmar su sed. Le dije: Adora al Padre en Espíritu y en Verdad, porque El se complace y busca adoradores que lo hagan de esa manera.
No es nada dificil, simplemente escucha. Ahora estás en el piso de un gran fondo oscuro. Si miras a los costados, sientes que te aprisionan las paredes que se achican segundo a segundo. Te sientes como atrapado y sin ninguna salida, te falta la luz, y no puedes huir ni correr. Estás quieto, sin movimiento y muy rígido. No temas. Comienza a adorar. Inclina tu cabeza hacia arriba, y verás lo único que puedes percibir: un tenue rayo de sol. Este es el inicio. Esta luz te alcanza.
No preguntes nada, calla por un pequeño tiempo. Sólo mira hacia arriba. Mira y fija tu mirada a lo invisible, pero con fe y mucha confianza. El sol te alumbrará un poco más y así verás grandes cosas, aún mayores de lo que han visto otras personas. Siéntelo, El está ahí, no busques su rostro porque es inescrutable. Escucha su murmullo, abre tu corazón ahora para que disfrutes su dulzura y misericordia. Tiéndele la mano porque ha venido a estrechar su mano con la tuya y luego déjate llevar. El te alzará como en un soplo, vendará tus heridas y se sentará junto a tí sobre una roca.
Temblarás ante su presencia, tus emociones se colmarán de plenitud por su cercanía, tus lágrimas caerán a borbotones por la inmensa alegría que experimentarás en su nube de gozo y felicidad. Ahora estás con El. Míralo, escúchalo, pero no hables. El te entiende y te responderá tus interrogantes. Sólo disfruta en calma y quietud. Ensancha tu corazón y observa a tu alrededor. Percibe los colores, la nueva dimensión de las cosas, las flores que crecen, el agua que fecunda el desierto seco de lo que pisabas y entonces sólo dí: Gracias Padre! Nada más.
La adoración es extasiarse con gozo y gratitud simplemente ante su Presencia, es el silencio del lenguaje del Amor. Si por algún motivo tu alma se entristece, vuelve a la adoración. El te necesita así, humilde y confiado en creer que de nuevo vendrá cuando lo llames. No busques su rostro. Lo encontrarás; en todas las cosas y personas que te rodean. Y cuando lo encuentres y tu amor se plasme en una oración de alabanza, estarás adorando. Y porque El así lo prefiere, te volverá a buscar. Pero no lo olvides: déjate hallar.
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