El poder del Espíritu a través de la oración y la súplica.
DIOS ES UN MISTERIO DE MISERICORDIA
martes, 31 de julio de 2012
Egoismo
A veces nuestras preocupaciones nos desorganizan internamente y no vemos más allá de lo que pensamos y sentimos subjetivamente en ese momento.
Nos domina el orgullo porque confiamos en nuestras soluciones y puntos de vista personales.
Sin embargo EL, siempre está presente y sólo espera un grito y una súplica sincera para correr en nuestro socorro.
Gran drama del hombre, tener que dejar momentáneamente la solución y esperar... Todo se dilucidaría si en ese instante decisivo decidimos detenernos y... gritar.
El nos respondería: Aquí, estoy. ¿qué necesitas? Yo obraré por ti, abandónate, renuncia y deja. Yo puedo ver lo que tú no eres capaz, hacer lo que a ti te parece prácticamente imposible y cambiar en un soplo cualquier situación.
Escucha, atiende, siéntate un poco, respira y mira hacia lo alto.
Yo estoy contigo siempre para ayudarte y ampararte.
Déjame a mí, córrete a un lado, ten plena confianza en lo que puedo hacer por tí. No te defraudaré.
Ven entonces Espíritu Santo, envía tu poder y tu fuerza y seremos salvos. Ven y hazte entender. Envía a nuestros oídos suaves y delicadas sugerencias.
Deja una marca indeleble en tu paso. Ven y santifícanos.
Dolor
Hoy Señor, en la soledad de mi dolor, brota de lo más profundo de mi corazón, un grito de súplica hacia Tí.
Tú sabes todo Señor, tú conoces el antes, el durante y el después. Conoces las circunstancias tan especiales que me afligen, el miedo, el temor, la incertidumbre, la desesperanza, todo eso que Tú bien sabes que está embargando mucho mi corazón.
Hoy Señor, miro a los cielos en busca de tu tierna mirada para que me ayudes, porque creo y siento que tu Misericordia es grande, muy grande.
Sabes que me pregunto con insistencia: ¿qué debo hacer? ¿qué decisión debo tomar? ¿habrá solución? ¿se producirá un milagro?... Son muchas las preguntas pero no puedo percibir con claridad la respuesta que tanto ansío y espero.
Señor, en tu infinito Amor, envíame el poder y la luz de tu Espíritu.
Te ofrezco el silencio de mis ruidos internos, mi ansiedad, mi desasosiego y en profunda calma me abandono en tus manos. Te pido la gracia de estar receptivo a los signos del Espíritu, para que así pueda comprender y aceptar tu Voluntad, que allane y limpie el camino de los obstáculos que en este tiempo se me presentan de manera tan particular.
Que El me guíe, me ilumine y me llene de su paz.
Que me proteja, me sostenga y que no permita que mi mente y mi corazón, vacilen.
Ahora Señor, que estoy hablando contigo, ¡siento que tu Luz vendrá!
Padre, envíame y rocíame con el Amor de tu Espíritu.
Recibe mi sincera gratitud.
Discernimiento
EL BUEN ESPIRITU
Que hace:
Sólo Dios puede obrar directamente sobre el entendimiento, la voluntad y la sustancia del alma. No confundas esta consolación sin causa precedente, con los momentos en que luego reflexionas sobre ella.
Respeta nuestra responsabilidad y libre albedrío.
A los fervorosos da consolación y fortifica.
A los pecadores, les infunde remordimiento para la conversión.
A veces, se oculta, pero nunca se disfraza de mal espíritu. Retira las consolaciones sensibles, para purificar, enseñar, consolidar.
EL MAL ESPIRITU
Que hace:
Obra a cinco niveles: tentación, opresión, obsesión, posesión e infectación.
Pretende sojuzgar nuestra personalidad.
A los fervorosos intenta acobardarlos o envanecerlos.
A los tibios: apegos o tentaciones por sorpresa en puntos débiles.
A los pecadores los deja satisfechos con sus pecados.
A veces, se disfraza de "Angel de Luz", propone un buen comienzo para llegar a un mal fin.
EL BUEN ESPIRITU
Que dice:
Inspira ideas verdaderas, fructuosas, espirituales.
Fe en Cristo y sus enseñanzas. Adhesión a la Iglesia.
Humildad, docilidad, rectitud de intención.
Pureza, amor a la cruz cada día, perseverancia.
Inspira la Verdad.
EL MAL ESPIRITU
Que dice:
Inspira ideas falsas o huecas, mundanas.
Incredulidad, tentaciones contra la fe, superstición, rebeldía.
Vanidad, obstinación, intenciones torcidas.
Impureza, aversión a la Cruz de Cristo, inconstancia.
Sobre una inspiración divina, puede añadir un elemento malo: vanidad, exceso, inoportunidad.
EL BUEN ESPIRITU
Que deja:
Amor, tolerancia, benignidad, bondad.
Templanza, dominio de las pasiones, equilibrio, paciencia, perseverancia.
Gozo, paz, confianza en Dios.
Sencillez de corazón, apertura de alma.
Claridad, libertad interior.
Crecimiento, aunque pueden persistir hábitos anteriores o fragilidades accidentales.
Apertura para con los carismas de otros.
Remordimiento profundo por la falta cometida y con deseo de repararla.
Si no lo resistes, viene con paz.
La gracia mística suele ser una experiencia inconfundible, aunque después te pueden venir temores de haber sido engañado.
No recuerdes golosamente las visiones, perfumes, audiciones. Si son de Dios producen bien por el hecho mismo de llegar al alma, pero son ocasión de engaño si luego las andas saboreando.
EL MAL ESPIRITU
Que deja:
Intolerancia, rencor.
Excesos, queja, desaliento, turbación.
Amargura, desesperación, confianza en sí mismo o en ayudas terrenales.
Tinieblas o falsa luz, opresión, remordimiento, fanatismo, obstinación.
Declinación espiritual. Lo bueno puede venir del demonio cuando quita alguna cosa mejor, induce a hacerla mal o estorba el fruto interior.
Destrucción del Cuerpo de Cristo; éxitos aparentes.
Remordimiento que no se refiere tanto a la culpa cuanto al sonrojo de verte con ella; trae inquietud o desaliento.
En el momento de la ilusión suele haber inquietud, pero luego la obstinación añade seguridad.
Cuando descubres una serie de pensamientos engañosos, repiensa el proceso para descrubrir la táctica del diablo. Ora y suplica entonces el buen discernimiento.
Base bíblica:
Rom,7 15-25 8,1-28 1Cor, 2, 10-16 12, 1-31 14, 26-33 2Cor, 6,1-10 11,14 12,12 Gal, 5, 16-25 Ef, 5, 1-20 Tes, 5, 12-24 Hebr, 2, 1-4 Sgo 3,17 1Jn
Desesperación
Señor, para tí vivirá mi corazón y respirará mi alma. Tú me sanarás y me devolverás la vida, mi enfermedad se cambiará en salud. Tu has salvado mi alma de la fosa vacía; porque te echaste a la espalda todos mis pecados. (Is.38)
Yavé te asegura: en el momento oportuno te atenderé. (Is.49)
No tendrás que temer desgracia alguna, pues contigo está Yavé. No tengas ningún miedo, ni te tiemblen las manos. Yavé tu Dios, está en medio de tí como un héroe que salva, él saltará de gozo al verte a tí y te renovará su amor. (Sof.3)
En la oscuridad, momentos a veces de desesperación y desasosiego, el Señor permanece con la vela bien prendida de su Espíritu, alumbrando allí para seguir caminando y creyendo aún contra toda esperanza.
En la oscuridad, ruta temblorosa de miedos y ansiedades, el Señor permanece atento y nos da su mano para sentir su calma y cercanía.
En la oscuridad espacio de nubarrones y tormentas, el Señor permanece y deja filtrar tenuemente un rayito de su Luz que permite avizorar un firmamento más radiante en la lontananza de la espera.
En la oscuridad, tiempo imprevisto de duda e incerteza, el Señor permanece y se aproxima en un susurro: ten FE, nada es imposible.
La oscuridad es sólo un costado de las cosas, gira simplemente y la misma se irá disipando y ya quedará atrás, porque delante está El con su corazón palpitante y sus brazos bien abiertos de ternura y de bondad. Te repetirá incansablemente: ¿QUE PUEDO HACER POR TI?
Cree pues y confía plenamente en El! Llámalo!!! pequeños milagros harán que derrames quizás alguna gran lágrima...
Cruz
Hijo, heme aquí: en el madero del dolor. Cuando ya agonizaba, tus sufrimientos y angustias estaban en lo más hondo de mi corazón. Doliente, crucificado, herido por la lanza de la injusticia, cargué con los dolores de muchos, con tus propios dolores y los hice míos, muy míos. Por todos ellos, sabiendo del Amor de quien me fiaba, pude decir: SI! porque sin cruz no hay domingo de resurrección, sin cruz no hay redención, sin cruz no hay caridad, sin cruz no puedes avanzar hacia el Reino de los Cielos.
Hoy, yo puedo saber que tu dolor es lacerante e incomprensible, tú sabes que es así y no encontrarás respuesta ni explicación si continúas mirándolo solamente con ojos humanos.
Aunque tus fuerzas ya no puedan tolerarlo más, aunque estés abatido porque la impotencia abre las grietas de tus sentimientos más profundos, y aunque la rabia, el fastidio, el "basta" se confiesen hoy tus amigos para olvidarme, ten siempre presente que nada de ello escapa a mi Misericordia.
Ofrécemelos!!! Por más duros que sean, ofrécemelos y compartirás conmigo mi Pasión. Las enfermedades de tus seres más queridos, la soledad que invade tu existencia, el futuro sin horizonte, el trabajo que te falta, la incomprensión y el rechazo que padeces, tus sueños todavía irrealizables, tu desazón por la falta de sentido que día a día te acompaña, eso que te parece que no te puede suceder a tí, las separaciones, las pérdidas y tus frustaciones, la triste sensación de aquellos que te dicen: NO, todo, absolutamente todo lo que experimentes como dolor y sufrimiento, si lo pones de verdad y de corazón en Mí, alcanzará la corona de la redención y serás verdaderamente mi discípulo predilecto.
Cada dolor que lanzas hacia las nubes en tu grito desesperante, no se perderá ni caerá en el vacío. Aunque tú no lo puedas entender, acepta con gozo el maravilloso misterio sobrenatural, y entonces... una flor se abrirá, un corazón seguirá latiendo, una reconciliación tendrá lugar en un lugar recóndito, no se podrá interrumpir la vida de un hermoso niño por llegar, un llanto se convertirá en alegría, y se abrirán corazones que despertarán la caridad y la esperanza. Y lo más importante: Yo estaré en medio de ello, y así cuando me llamen: Yo les responderé y cuando me pidan: recibirán y cuando golpeen: una puerta se abrirá.
Hijo, no rechaces el sufrimiento. Hazlo carne y elévalo a los Cielos. Yo vendaré muchas heridas y sanaré al doliente!, déjalo en mis manos. Prepara el camino hacia la Eternidad, allí donde no habrá llanto, ni dolor ni crujir de dientes, allí donde me encontrarás cara a cara y donde tu gozo será completo y perenne. Mira las cosas con el ejemplo de la semilla que debe morir para que de fruto, entonces el dolor que puedas donar y ofrecer, arrancará un clavo de mi cruz y una espina de mi cabeza y este viernes santo que hoy te toca vivir, te lo prometo, será para siempre en tí domingo de resurrección. Vívelo, inténtalo y sé valiente! Confía en Mí, simplemente confía y espera. Vine para tí y te amo en plenitud! Todo lo tuyo lo hago mío y por tanto, te atenderé, pero pon de tu parte la oración. Reza, ora, y eleva plegarias sin cesar. Mi respuesta no se hará esperar.
Cómo me cuesta agradecer ! Entonces gracias Señor por la gracia que nos permite realizar en gozo lo que tenemos que hacer. Realmente ¿ si tu no estuvieras, que sería de nosotros ? Que podríamos hablar, decir, sentir sin Tí, sino estuviera la fuerza, la claridad, la coherencia de ese espíritu que todo lo hace bien. Señor, quiero manifestarte mi alegría porque estuviste y estás siempre que te necesito. Creo que el espíritu santo es tu mano derecha, es el soplo gratificante que da luz y verdad a nuestras palabras y hechos. Nada sin tí, Señor, nunca, absolutamente nada sin tí. No puedo expresar en palabras certeras lo que es la acción de tu espíritu en mí, cuando lo llamo y le pido con esfuerzo y a veces con perseverancia, su asistencia. El viene, él está, él hace acto de presencia, dulcifica la mirada, nos hace sentir canales e instrumentos y sentimos que solo fluyen palabras que no surgen de nosotros y ahí comprobamos la gracia. Pero Señor, soy desagradecido y lo sé y a veces no hago nada por superarlo y me quedo y exijo y espero y cuando él no llega para que aprenda la paciencia y la virtud, me pongo ansioso y parece que no tiene sentido mi vida y después me siento mal. Por favor, Señor, entiéndeme, ayúdame, dame fuerzas para creer y confiar y seguir a pesar de todos los obstáculos y situaciones que se me presenten. De mañana, parece que tengo que empezar a levantar una carga pesada y nunca lo hago con alegría por el solo hecho de ofrecértelo a Tí. Juego siempre a dos aguas, un paso aquí y otro que queda estancado y no desarrollo ese SI grandote que hace tiempo quisiera sentirlo en mi corazón. Estoy atado Señor, oprimido a veces, con esperas que se hacen interminables, esperas decisivas para cualquier persona y tu silencio me paraliza, me petrifica y me angustia. Guardo mucho como lo ves, sí, guardo egoístamente y siento que me es imposible cambiar en este sentido y a veces me aburro y quedo solo, esperando... Tengo momentos que no entiendo ni adonde estoy parado por más que sé con profundidad que Tu estás y me lo hacés ver continuamente, en el signo, en la palabra y en hecho más banal de la vida cotidiana. Pero lamentablemente no puedo expresar lo que realmente soy y siento y hacia donde voy, si es que voy a algún lugar porque no lo puedo avizorar en lo más mínimo. Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Cuál es tu voluntad en mí? Sabes que hace tiempo que no puedo más y todavía, tengo temor ante tí y me falta en verdad la confianza y la fe ciega que solo las puede dar el AMOR, el amor que no tengo y que es renunciar y y dejarme llevar y CONFIAR. Hoy más que nunca, ya que hace mucho tiempo que no escribo con ganas y con lágrimas, te pido con todo el deseo la delicadeza y la compañía del espíritu santo. Solo él me podrá acompañar y hacerme sentir que estoy vivo, ahí, donde se presente y me espere. Derrama un poco de tu misericordia y más que nada tu ternura, la estoy necesitando. Escúchame y ten presente mi súplica. Que tu luz me siga fortificando y acompañándome en la búsqueda y en el deseo de saber y poder cumplir tu Voluntad. Gracias. El Evangelio dice que esta simiente es más pequeña
Cómo me cuesta agradecer ! Entonces gracias Señor por la gracia que nos permite realizar en gozo lo que tenemos que hacer. Realmente ¿ si tu no estuvieras, que sería de nosotros ? Que podríamos hablar, decir, sentir sin Tí, sino estuviera la fuerza, la claridad, la coherencia de ese espíritu que todo lo hace bien. Señor, quiero manifestarte mi alegría porque estuviste y estás siempre que te necesito. Creo que el espíritu santo es tu mano derecha, es el soplo gratificante que da luz y verdad a nuestras palabras y hechos. Nada sin tí, Señor, nunca, absolutamente nada sin tí. No puedo expresar en palabras certeras lo que es la acción de tu espíritu en mí, cuando lo llamo y le pido con esfuerzo y a veces con perseverancia, su asistencia. El viene, él está, él hace acto de presencia, dulcifica la mirada, nos hace sentir canales e instrumentos y sentimos que solo fluyen palabras que no surgen de nosotros y ahí comprobamos la gracia. Pero Señor, soy desagradecido y lo sé y a veces no hago nada por superarlo y me quedo y exijo y espero y cuando él no llega para que aprenda la paciencia y la virtud, me pongo ansioso y parece que no tiene sentido mi vida y después me siento mal. Por favor, Señor, entiéndeme, ayúdame, dame fuerzas para creer y confiar y seguir a pesar de todos los obstáculos y situaciones que se me presenten. De mañana, parece que tengo que empezar a levantar una carga pesada y nunca lo hago con alegría por el solo hecho de ofrecértelo a Tí. Juego siempre a dos aguas, un paso aquí y otro que queda estancado y no desarrollo ese SI grandote que hace tiempo quisiera sentirlo en mi corazón. Estoy atado Señor, oprimido a veces, con esperas que se hacen interminables, esperas decisivas para cualquier persona y tu silencio me paraliza, me petrifica y me angustia. Guardo mucho como lo ves, sí, guardo egoístamente y siento que me es imposible cambiar en este sentido y a veces me aburro y quedo solo, esperando... Tengo momentos que no entiendo ni adonde estoy parado por más que sé con profundidad que Tu estás y me lo hacés ver continuamente, en el signo, en la palabra y en hecho más banal de la vida cotidiana. Pero lamentablemente no puedo expresar lo que realmente soy y siento y hacia donde voy, si es que voy a algún lugar porque no lo puedo avizorar en lo más mínimo. Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Cuál es tu voluntad en mí? Sabes que hace tiempo que no puedo más y todavía, tengo temor ante tí y me falta en verdad la confianza y la fe ciega que solo las puede dar el AMOR, el amor que no tengo y que es renunciar y y dejarme llevar y CONFIAR. Hoy más que nunca, ya que hace mucho tiempo que no escribo con ganas y con lágrimas, te pido con todo el deseo la delicadeza y la compañía del espíritu santo. Solo él me podrá acompañar y hacerme sentir que estoy vivo, ahí, donde se presente y me espere. Derrama un poco de tu misericordia y más que nada tu ternura, la estoy necesitando. Escúchame y ten presente mi súplica. Que tu luz me siga fortificando y acompañándome en la búsqueda y en el deseo de saber y poder cumplir tu Voluntad. Gracias. El Evangelio dice que esta simiente es más pequeña
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